-
LA SANTÍSIMA VIRGEN HABLA DEL MISTERIO DE SU VIDA/b>
[El 16 de diciembre de 1822 Ana Catalina contó lo siguiente de su contemplación de la predicación itinerante de Jesús:]
Oigo muchas veces que la Santísima Virgen cuenta a sus íntimas, por ejemplo, a Juana Cusa y Susana de Jerusalén, toda clase de misterios suyos y de Nuestro Señor que ella sabe, unos por conocimiento interior, y otros porque se los ha contado su madre Santa Ana, y así hoy también la he escuchado contar a Susana y a Marta que mientras llevó a Nuestro Señor bajo su corazón no tuvo la más mínima molestia sino infinita dicha y alegría interior.
También las contó que Joaquín y Ana se habían encontrado en una hora dorada en la sala que está por debajo de la Puerta Dorada, adonde les llegó la plenitud de la gracia divina a consecuencia de la cual recibió el ser bajo el corazón de su madre sin impureza alguna de sus padres y solo por santa obediencia y puro amor de Dios.
María también las hizo saber que, sin el pecado original, la concepción de todo ser humano hubiera sido así de pura. Habló también de su querida hermana mayor, María Helí, y de que sus padres se dieron cuenta que no era el fruto de la Promesa y después se habían contenido mucho tiempo y habían anhelado mucho la niña de la Promesa. Me alegró escuchar aquí y ahora a la Santísima Virgen lo que siempre he visto de su hermana mayor.
Entonces volví a ver todo el proceso de la gracia recibida por los padres de María, desde las apariciones del ángel a Ana y Joaquín hasta su encuentro bajo la Puerta Dorada, tal como siempre lo cuento. Bajo la Puerta Dorada, es decir, en la santa sala subterránea que hay debajo de la Puerta Dorada, vi a Joaquín y Ana rodeados de una multitud de ángeles con luces celestiales, y que ellos mismos relucían y estaban tan puros como espíritus en un estado sobrenatural como nunca había estado antes una pareja humana.
Creo que en la Puerta Dorada se celebraban las pruebas y ceremonias de absolución de las mujeres acusadas de adulterio y otras reconciliaciones¹³.
Debajo del Templo había cinco pasadizos parecidos y otro más bajo el lugar donde vivían las doncellas, en los que se realizaban determinadas expiaciones14.
Ahora ya no sé si este recorrido lo pisó alguna vez alguien distinto de Joaquín y Ana, pero creo que sería un caso rarísimo; y ahora tampoco recuerdo si era de uso general para las ofrendas que traían los estériles. Los sacerdotes lo ordenaron así.
CELEBRACIÓN DE LA CONCEPCIÓN DE MARÍA EN DISTINTOS LUGARES
[Introducción. Personal. La Fiesta de la Inmaculada Concepción de María, el 8 de diciembre de 1820, el alma de la narradora se movió sobre gran parte de la Tierra, en oración activa en contemplación. De los fragmentos que comunicó de este viaje en visión, que están recogidos íntegramente en los lugares idóneos, se trae aquí el siguiente extracto que da idea de tales migraciones del alma:
Llegó a Roma, estuvo con el Santo Padre, visitó en Cerdeña a una piadosa monja de clausura, tocó Palermo, llegó a Palestina y a continuación a la India y de allí a lo que Ana Catalina llamaba «la Montaña de los Profetas»15.
Allí vio conservados en una tienda de campaña los libros proféticos de todas las épocas y todos los pueblos, examinados y administrados por un personaje que Ana Catalina tomaba unas veces por Juan Evangelista y otras por Elías, y que la recordaba especialmente a éste último porque comprobó que allí arriba, cerca de la tienda, completamente cubierto de verdes plantas vivas, estaba el vehículo con que este profeta fue arrebatado de la Tierra. Este personaje la dijo que cotejaba con el libro grande que tenía delante todos los libros de conocimientos proféticos: los que nunca se habían dado a la Humanidad, los que estaban contaminados de alguna manera, o los que aún tenían que dársele. Tachaba mucho o los echaba a un fuego que ardía a su lado. Los seres humanos aún no estaban en condiciones de recibir estos dones, pues antes tenía que llegar alguien.
Todo esto lo vio en una isla verde rodeada de un lago claro en el que había varias torres de formas distintas y rodeadas de jardines. Ana Catalina tuvo la percepción de que estas torres eran cámaras del tesoro o fuentes de la sabiduría de los distintos pueblos y que debajo de la isla, que estaba regada por varias fuentes, estaba el origen de varios ríos que se tenían por sagrados, y entre ellos el Ganges, que sale a la luz al pie de la Montaña.
La dirección del camino por donde la llevaron a esta Montaña de los Profetas desde el punto de partida de su viaje fue siempre en dirección a la alta Asia Central. Mencionó situaciones, y la Naturaleza, seres humanos, animales, y flora de las regiones por las que pasaba; y luego fue elevada a través de un espacio solitario y vacío, como a través de nubes, hasta el lugar mencionado. Una localización más precisa se dará en el lugar idóneo, junto con la totalidad de este viaje en visión y todo lo que experimentó allí Ana Catalina.
Para el regreso volvieron a bajar a través de la región de las nubes y luego cruzaron otra vez comarcas con magnífica vegetación, animales y pájaros, hasta llegar al Ganges y contemplar los usos religiosos indios en este río. (Veinte años después de transcritas estas comunicaciones, la situación geográfica de este sitio y la mención de que allí arriba casi todo estaba cubierto de vivo verdor, recordó a un lector que en las creencias religiosas de varios pueblos asiáticos existen tradiciones acerca de un sitio parecido y, en parte, con parecidos habitantes. Entre los musulmanes, al profeta Elías se le conoce con el nombre de «El Jiser», esto es, «El Verde», un profeta maravilloso de naturaleza semiangélica que vive al Norte, en la Montaña Kaf celebrada en muchísimos escritos religiosos y poéticos, y que allí vigila los misterios de la Fuente de la Vida.
Los indios llevan su monte santo al Monte Meru y los chinos al Kuenlún, y ambos los presentan paradisíacos y en la alta Asia Central donde Ana Catalina halló la Montaña de los Profetas.
También los antiguos persas creían en un lugar así, al que veneran con el nombre de Alborch o El-Bors. Los babilonios parecen haber tenido la misma creencia (según Is 14, 13). El hecho de que los babilonios pongan la montaña en el Norte al igual que persas y musulmanes se explica por su situación relativa respecto a la alta Asia Central.)
Ana Catalina todavía fue después a una ciudad judía maravillosa situada en una alta montaña de roca en Abisinia, y visitó a su presidenta Judit, con la que habló del Mesías, de la fiesta de la Concepción de su Madre, que era ese día, y del santo tiempo de Adviento y de la fiesta del Navidad, que ya se acercaban16.
En todo este viaje, Ana Catalina hizo lo que, según su misión y las oportunidades que se le ofrecerían, hubiera hecho en parecido viaje un misionero concienzudo: rezó, ayudó, consoló y enseñó. Pero para hacer comprensible al lector con palabras de Ana Catalina lo que oyó durante su viaje con referencia a la Fiesta de Concepción de María, se ruega la lectura de la nota que resume la parte de la predicación itinerante de Jesús a la que ella se refiere aquí:]
Anoche, cuando llegué en mi viaje en sueños a la Tierra Prometida, vi todo lo que ya he contado de la Concepción de la Santísima Virgen, y a continuación entré en la contemplación cotidiana de la predicación de Nuestro Señor que hoy correspondía al 8 de diciembre del tercer año. No encontré a Jesús en la Tierra Prometida, sino que mi guía me llevó a Oriente más allá del Jordán, hacia Arabia, donde el Señor acompañado de tres jóvenes se encontraba hoy en la ciudad de tiendas donde se asentaron los Reyes Magos a su regreso de Belén.