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4 febrero 2024

Bernadot. De la Eucaristía a la Trinidad.

LA PERMANENCIA DE LA UNION EUCARISTICA

Nuestra unión con la santa Humanidad


La permanencia de la unión eucarística es cosa posible y real. Aun después de consumidas las sagradas especies, el que comulga permanece estrechamente unido a la santa Humanidad de Jesús.

Pero importa comprender bien esta unión.

La santa Humanidad está en el cielo y en el tabernáculo. Según su forma gloriosa no está más que en el cielo; según su forma eucarística no está más que en el tabernáculo. Tal es la enseñanza de la teología. Es cierto que desde que las especies están consumidas en el comulgante, cesa de estar en él la santa Humanidad de Jesús según el estado eucarístico. Esto es indudable, y sería un error asemejar la presencia ordinaria de la santa Humanidad en nuestros corazones a su presencia en la Hostia consagrada.

Sin embargo, se puede decir que permanecemos en unión permanente con la Humanidad de Nuestro Señor; porque si no permanece por su substancia, permanece por la radiación de su amor, el contacto de su poder, las luces y las gracias que sin cesar nos envía desde el tabernáculo.

El Padre eterno decía a Santa Catalina de Siena: «Considera qué excelencia adquiere el alma que recibe como conviene este pan de vida, este alimento de los ángeles. Recibiendo este sacramento, ella permanece en Mí y Yo en ella. Como el pez está en el mar y el mar en el pez, así Yo estoy en el alma y el alma está en Mí, que soy el Océano de paz. De esta Comunión queda la gracia; porque, después de haber recibido este pan de vida en estado de gracia, el alma recoge su gracia, una vez que los accidentes del pan son consumidos.

»Os dejo la señal de la gracia, como hace el sello que se imprime sobre la cera blanda, que conserva su señal cuando se le ha quitado. Lo mismo hace la virtud de este sacramento en el alma, donde deja tras de sí el ardor de mi divina caridad, la clemencia del Espíritu Santo, con la luz de la Sabiduría, mi Hijo único».