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24 febrero 2024

Santa Ana Catalina Emmerick. La vida oculta de la Virgen María.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Explicación de la precedente visión de Elías


[Más adelante, cuando Ana Catalina comunicó sus visiones de la época de Juan el Bautista, vio este mismo cuadro de Elías en relación con el estado en que entonces estaban el país y los seres humanos. Lo que sigue aclarará lo anterior:]

Vi mucho alboroto en el Templo de Jerusalén, mucho deliberar, escribir con plumas de caña y enviar mensajeros por el país. Rezaban y clamaban a Dios pidiéndole lluvia, y mandaron buscar a Elías por todas partes.

He visto también a Elías en el desierto: un ángel lo alimentaba y le daba de beber; el ángel tenía un recipiente como un tonelito brillante, atravesado por rayas blancas y rojas. Vi todos sus tratos con Ajab, la ofrenda del Carmelo, la matanza de sacerdotes idólatras, su oración por la lluvia y formarse las nubes.

Pero más allá de la sequedad de la tierra, vi que había también una gran sequía e infertilidad de gérmenes nobles entre los seres humanos. Vi que Elías, con su oración, clamaba por la bendición de la que salió la nube, y que si él no hubiera dirigido y distribuido las precipitaciones de las nubes según sus visiones interiores, quizás se hubieran convertido en una destructiva inundación.

Elías preguntó por la nube siete veces a su criado; significaban siete edades o generaciones hasta que arraigara firmemente en Israel la Bendición propiamente dicha, de la que la nube de bendición era solamente una prefiguración. Elías mismo vio alzarse en la nube la imagen de la Santísima Virgen y reconoció varios misterios relativos a su procedencia y llegada7.

Vi que por la oración de Elías, la Bendición fue llamada a bajar primero como rocío. Las nubes se depositaban en superficies blancas, formaban remolinos, tenían bordes irisados y finalmente se deshacían cayendo en forma de gotas.

En ello reconocí también su relación con el maná del desierto, que por las mañanas era algo así como un pellejo espeso y compacto que podía arrollarse. Vi que el remolino de rocío fue a lo largo del Jordán pero no se dejó caer en todas partes, sino solo en lugares importantes aquí y allá. Vi claramente que estos resplandecientes remolinos de rocío se depositaron especialmente en Ainón, frente a Salem, y en lo que más adelante fueron lugares de bautismo.

Pregunté también qué significaban los bordes de colores de los remolinos de rocío, y se me explicó con el ejemplo de una ostra en el mar, que también tiene estos brillantes bordes de colores y que, expuesta al sol, aspira la luz y la limpia de colores hasta que en su centro se forma la perla puramente blanca.

Pero se me enseñó que el rocío y la lluvia subsiguiente eran más que lo que suele entenderse como refrescar la tierra. Tuve la comprensión nítida de que sin este rocío la llegada de la Santísima Virgen se hubiera retrasado cien años, mientras que al bendecirse y dulcificarse la Tierra también se alimentaron y refrescaron las estirpes que vivían de sus frutos, y al recibir bendición, también se ennobleció su carne.

En relación con la aproximación del Mesías, vi los rayos de este rocío fecundador llegar de generación en generación hasta la sustancia de la Santísima Virgen. No lo puedo describir. A veces veía formarse uno de estos bordes irisados o también varias perlas, y aparecer en ellos una figura humana que exhalaba como un espíritu que germinaba de nuevo junto con otros tales. La imagen de la madreperla se refería a María y Jesús.

Vi también que lo mismo que entonces la Tierra y la carne estaban sedientas y suspiraban por la lluvia, así suspiraban después el Espíritu y los humanos por el bautismo de Juan. Todo el cuadro era un presagio de la llegada de la Santísima Virgen y un símbolo del estado del pueblo en la época del Bautista: en aquel entonces sus miedos, su languidez, su búsqueda de la lluvia y de Elías y, sin embargo, la persecución de éste; y más tarde, parecida languidez del pueblo para el bautismo y la penitencia, y de nuevo la incomprensión de la sinagoga y el mandar a buscar a Juan.

Prefiguración de la Santísima Virgen en Egipto

En Egipto vi anunciada esta embajada de la Salvación de la manera siguiente: por orden de Dios, Elías debía convocar a tres buenas familias dispersas en distintas comarcas de Oriente, Norte, y Sur, y para hacerlo eligió tres alumnos de profeta, que solo envió después que supo que eran los adecuados pidiendo una señal a Dios, pues era una misión lejana y peligrosa, para la que tenía que elegir mensajeros prudentes para que no los asesinaran. Uno fue hacia el Norte, otro a Oriente y el tercero a mediodía; éste tuvo que hacer un importante trecho de camino por Egipto, donde a los israelitas les amenazaba especialmente el peligro de ser asesinados.

El mensajero siguió el camino que tomó la Sagrada Familia en la huida a Egipto. Lo vi llegar a un templo idólatra en una gran llanura, rodeado de prados y edificios de todas clases, en el que adoraban un toro vivo. Tenían en su templo una imagen de toro y varios ídolos más, y hacían un cruel sacrificio en que asesinaban niños deformes.

Apresaron al alumno de profeta al pasar por allí y lo llevaron ante los sacerdotes, que por suerte eran sumamente curiosos, pues de lo contrario lo hubieran asesinado enseguida. Entonces le preguntaron de dónde era y qué le traía por aquí, y él les dijo todo a bocajarro: que nacería una virgen por la cual vendría la salvación al mundo; y que entonces se romperían todos sus ídolos8.

Los sacerdotes se asombraron al oír este anuncio; parecía que los había turbado mucho y lo soltaron sin daños. A continuación los vi deliberar y mandaron hacer la imagen de una doncella que sujetaron en el centro del techo del templo como cerniéndose extendida sobre él. La figura tenía ese tocado de las estatuas de ídolos medio mujer medio leona, de las que hay allí tantísimas tumbadas en fila. En la mitad de la cabeza llevaba como un frutero pequeño y hondo; los brazos estaban pegados al cuerpo hasta el codo y los antebrazos, extendidos en actitud de rechazar y defender, tenían espigas en las manos.

Tenía tres pechos, uno mayor en el centro y dos más pequeños a los lados, debajo del grande. La parte inferior del cuerpo estaba vestida de largo, los pies eran puntiagudos y en proporción, muy pequeños, y de ellos colgaban como borlas. En los brazos tenía una especie de alas como finas plumas en forma de rayos, y otro tanto en los antebrazos; estas alas eran como dos peinetas de plumas que se agarraban mutuamente. También tenía plumas cruzadas a lo largo de los lomos y por encima de la cintura hasta abajo. La falda no tenía pliegues.

A esta imagen la veneraban y la hacían sacrificios para rogarla que por favor no destruyera a su dios Apis ni a los demás ídolos. Por lo demás, persistieron como hasta entonces en toda la crudeza de su culto idolátrico, solo que a partir de entonces siempre invocaban primero a la imagen de la doncella, imagen que, según creo, habían compuesto con todo detalle según la narración que les hizo el profeta de la figura que había visto Elías.

María anunciada a los paganos piadosos

Vi que por la gran misericordia de Dios, en aquellos tiempos también se les anunció a los paganos piadosos que el Mesías nacería en Judea de una virgen. Los antepasados de los Reyes Magos, caldeos servidores de las estrellas, recibieron este conocimiento por la aparición de una imagen en una constelación o en el cielo, y predijeron sobre ella. Las huellas de esta prefiguración de la Santísima Virgen las he visto en su templo y ya las he narrado cuando conté el viaje de Jesús para ver a los Reyes después de la resurrección de Lázaro, el último trimestre de su tercer año de predicación.