Página inicio

-

Agenda

11 febrero 2024

Bernadot. De la Eucaristía a la Trinidad.

Sigue LA PERMANENCIA DE LA UNION EUCARISTICA

Nuestra unión con la santa Humanidad en virtud de sus méritos y de su amor


La santa Humanidad me está siempre presente por la incesante acción de sus méritos y la radiación perpetua de su amor.

Cristo, según dice San Pablo, está siempre vivo para interceder por nosotros. En el cielo y en el Santísimo Sacramento no cesa de interceder recordando sus méritos a su Padre, por los que le debe nuestra salvación. Muestra esta Humanidad que ha tomado y que ha merecido por nosotros, y sus llagas, señales de su sacrificio. Expone el ardiente deseo de nuestra salvación que quema su alma santa, deseo que es algo más que una oración; un recuerdo de sus derechos infinitos, que es inmediatamente cumplido.

Intercede por todos los que ha rescatado, por todos y por cada uno en particular. Para cada uno tiene una mirada, una efusión especial de su amor. Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor llama a cada una de sus ovejas por su nombre, y las lleva a los pastos. Yo conozco a mis ovejas. Y esto, dice Santo Tomás, no por un simple conocimiento, sino por un conocimiento de aprobación y de amor en que el corazón tiene su parte como la inteligencia.

Desde el fondo de su tabernáculo, Jesús me mira sin cesar, con una mirada que me penetra a fondo. ¡Y qué mirada tan atenta y tan tierna! La luz de tu rostro, Señor, está impresa sobre mí como una señal. Ninguno de mis pensamientos, ninguno de mis actos se oculta a Jesús. No hay en mí un solo deseo que no conozca mejor que yo mismo. Se da cuenta de todos mis estados, de todas mis necesidades, de todos mis peligros, de todas mis aspiraciones. No solamente para ser testigo de ellos, sino para darme, por el instrumento de su Humanidad glorificada, la gracia necesaria a estos estados.

En todo momento me ama. ¡Y con qué amor! Es verdad que el amor increado del Verbo nos sigue a todas partes, y es un inefable descanso saber que estamos siempre en este amor sin que podamos nunca salir de él. Mas también en cuanto hombre me ama Jesús. Desde su tabernáculo arroja sobre mí olas de ternura. Me envuelve de amor. Amor que no disminuye; no hay un momento en que yo pueda decir: Ahora Jesús no piensa en mí. Aun en la noche vela sobre mi sueño. El camino por donde yo marcho está bajo la mirada del Señor. Amor que nunca se desalienta; aunque yo le olvide y le ofenda, él continúa distribuyéndome sus gracias. Amor de asistencia y de ternura, de amigo, de hermano, de esposo. Noche y día estoy bajo la influencia de la mirada y del amor de Jesús.

¿No es ya preciosa, entre Jesús y el alma, esta unión creada por la incesante radiación de la caridad del Corazón de Jesús?
* * *
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El me ha colocado en lugar de verdes pastos, me ha conducido junto a unas aguas refrescantes;
El convirtió mi alma...
Aunque caminase yo por medio de la sombra de la muerte
no temeré ningún desastre,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu báculo han sido mi consuelo.
Aparejaste delante de mí una mesa a la vista de mis perseguidores.
Mi cáliz es excelente.

Salmo XXII