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7 diciembre 2024

María

Federico Delclaux. Santa María en los escritos del beato Josemaría Escrivá de Balaguer. Rialp, Madrid, 1992

Introducción (1 de 2)
Desde los inicios de la Iglesia, los cristianos, siguiendo el ejemplo de los Apóstoles, han acudido confiadamente a su Madre Santa María. La alegría de saberse hijos suyos es una constante en la historia: el tono filial y de gozo lo posee la más antigua oración a la Virgen que se conserva; San Efrén afirma que en la Virgen «se alegra toda criatura».
Más tarde se reza a la Madre de Dios: «Salve para siempre, ¡oh interminable alegría nuestra! Tú eres para nosotros el inicio, tú el medio, tú el fin de la fiesta de la luz».
El mismo espíritu late en la liturgia: «Tú eres un motivo de alegría para toda criatura, para el coro de los ángeles y del género humano, ¡oh llena de alegría!».
A lo largo del tiempo surgen los himnos y cantos a Santa María; y también las peticiones en búsqueda de consuelo, de paz, de ayuda..., porque al ser la Virgen nuestra Madre en el orden de la gracia, siempre «la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro y Mediadora», afirma el Concilio Vaticano II.
En ese ambiente luminoso y cordial que crea Santa María se ha escrito este libro. Para ello he engarzado algunos de los textos marianos del Beato Josemaría publicados hasta ahora con citas del Magisterio y de diversos escritores; pero principalmente con testimonios de los Padres de la Iglesia, pues la predicación del Fundador del Opus Dei enlaza de un modo natural con los escritos patrísticos, no sólo por el gran conocimiento que poseía de los tratados de esos autores, sino también por importantes razones teológicas, como se ha señalado en diversos estudios, y como subraya Mons. Álvaro del Portillo en la introducción a Es Cristo que pasa, cuando, después de comentar la familiaridad del Fundador del Opus Dei con los pasajes evangélicos, dice: «No sorprende, por eso, la coincidencia de los comentarios de Mons. Escrivá de Balaguer con esos otros, hechos hace más de quince siglos, por los primeros escritores cristianos. Las citas de los Padres de la Iglesia aparecen entonces engarzadas con naturalidad en el texto de las Homilías, en sintonía de fidelidad a la Tradición de la Iglesia».
Posteriormente han destacado la misma idea los Teólogos Censores de la Informatio de su Causa de Canonización, a los que la Congregación para las Causas de los Santos confió el estudio crítico de sus escritos, y que han afirmado por ejemplo: «Escrivá posee la fuerza de los clásicos: el temple de un Padre de la Iglesia»; «Injertado al tronco vivificante de la Sagrada Escritura, presenta el mensaje sobre el valor santificante del trabajo con una profundidad que pone a nuestro Autor a la altura de las grandes figuras de la Tradición. Estos escritos constituyen una rica herencia para la Iglesia Santa».
Se vislumbra cómo el Fundador del Opus Dei poseía el don de sabiduría del Espíritu Santo, que le llevaba concretamente —basado en su profundo conocimiento de la Maternidad espiritual de la Virgen— a deducir de los dogmas y privilegios marianos consecuencias y propósitos prácticos, que comunicaba de un modo vivo, comprensible para todos; porque sus palabras «contienen doctrina vivida, donde la hondura del teólogo va unida a la transparencia evangélica del buen pastor de almas». Así lo expresan también los Teólogos Censores cuando afirman que los escritos de Mons. Escrivá «han sido precursores y anticipadores de las más importantes decisiones del Vaticano II. (...) Ha n presentado el ideal de la vida cristiana corriente en contacto directo con el Evangelio, de un modo hasta ahora inédito en la historia de la Iglesia»; «Las enseñanzas del Siervo de Dios no son nunca fruto de una mera especulación teológica, sino una experiencia vivida y un don del Cielo al servicio de la Redención. Tal autenticidad, tal armoniosa correspondencia de la doctrina con la vida, es de hecho un dato interpretativo que se impone por encima de cualquier duda».
Podría haberse realizado un estudio científico con el fin de analizar la riqueza teológica de los textos marianos de Mons. Escrivá de Balaguer, pero ese estudio se dirigiría principalmente a los especialistas. He preferido hacer una obra al alcance de todos, aunque la facilidad de su lectura oculte el trabajo gozoso que ha supuesto recoger parte del tesoro de ideas vivificantes del Fundador del Opus Dei que reflejan su profunda visión de la Maternidad espiritual de la Virgen y la plenitud de la vida cristiana, con la novedad de que predicó esta doctrina con alma sacerdotal y mentalidad laical, dirigiéndose a todos los hombres y mujeres, movido por el afán de impulsarles a ser santos en medio del mundo con el ejemplo y la mediación maternal de María.
He calificado este trabajo de gozoso porque al realizarlo revivía —aunque siempre permanecen actuales— tantas ocasiones en las que he tenido la gracia de contemplar directamente su amor a nuestra Madre, y también de recibir sus palabras alentadoras para mis trabajos de teología mariana, sus consejos de que predicase mucho sobre la Virgen Santísima en mi labor sacerdotal, y, en primer lugar —como fundamento imprescindible—, su insistencia paterna en que amara y rezara con la máxima intensidad a la Madre de Dios.
En búsqueda de la espontaneidad y soltura del texto, he preferido no mencionar expresamente en cada ocasión al Beato Josemaría, sino que sus palabras vayan impresas en distinto tipo de letra.