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—LOS ANTEPASADOS DE LOS REYES MAGOS
Quinientos años antes de Cristo ya vivían antepasados de los Reyes Magos, de los que éstos descienden de padre a hijo en pura línea ininterrumpida. [Elías vivió el año 800 antes de Cristo].
Los patriarcas de la estirpe eran más ricos y poderosos que ellos, pues todos sus bienes estaban reunidos y su patrimonio no se había repartido tanto. Por entonces vivían en ciudades que eran solo de tiendas, salvo el de oriente del Mar Caspio, cuya ciudad tiene fundamentos de piedra y los techos de lona están puestos encima, pues viven junto al mar, que se sale a menudo. Aquí en la montaña estoy tan alta que veo un mar a mi derecha y otro a la izquierda; se ve como en el interior de un agujero negro.
Estos jefes de clanes ya eran entonces servidores de las estrellas; pero usaban un culto malísimo, pues sacrificaban viejos y mutilados, y también descuartizaban niños. Lo más cruel era que ponían a los niños con trajecitos blancos en la caldera y los cocían vivos. Pero finalmente mejoró todo esto y Dios les predijo con mucha anticipación a estos ciegos paganos el nacimiento del Salvador.
Por aquel entonces tres hijas de estos reyes tribales, que eran expertas en astrología, recibieron simultáneamente espíritu profético y tuvieron al mismo tiempo la visión de que se alzaría una estrella de Jacob, y que una doncella concebiría, sin hombre, al Salvador.
Estas doncellas llevaban largos mantos y fueron por todo el país predicando que mejoraran de vida y anunciando que llegaría un tiempo en el que el mensajero del Salvador vendría a ellos y les traería el legítimo culto a Dios. También predijeron muchas otras cosas, relativas incluso a nuestros tiempos y otros aún más lejanos.
En consecuencia, los padres de estas tres doncellas construyeron enseguida un templo a la futura madre de Dios al Sur del mar donde se juntaban sus tres reinos, y la ofrecieron sacrificios, que en parte fueron de la forma cruel que antes he dicho.
Pero la predicción de las tres doncellas contenía algo concreto acerca de una constelación y sus distintas modificaciones, y desde entonces empezaron a observarla desde una colina cercana al templo de la futura madre de Dios. Se fijaban en todo y según sus observaciones cambiaban su templo, sus adornos y el culto. El techo de lona del templo a veces lo ponían azul, otras rojo y otras amarillo o de otros colores. Lo que me pareció maravilloso es que por esa época pasaron su día festivo semanal al sabbat; antes era el jueves, que tampoco sé cómo se llamaba³.
PRECISIONES CRONOLÓGICAS PARCIALES SOBRE EL NACIMIENTO DE CRISTO
[En esa misma Navidad, la narradora había visto muchas cosas para determinar con mayor aproximación el nacimiento de Cristo, pero su enfermedad y los estorbos de las visitas del día siguiente, que era la fiesta de la santa de su nombre, Santa Catalina, la hicieron olvidar muchas de estas cosas.
Sin embargo, poco después, por la tarde, repitió en éxtasis los siguientes residuos de aquellas visiones. Hay que tener en cuenta que Ana Catalina veía siempre todas estas precisiones temporales en números romanos escritos con letras, que a menudo lee con dificultades. Sin embargo es necesario aclarar que la mayoría de las veces recitaba varias veces la serie de letras, una detrás de otra, o las indicaba con los dedos. Hoy dijo también los números de este modo:]
Esto puedes leerlo tú. Mira solo lo que está aquí: Cristo nació cuando aún no estaba completo el año 3997 del mundo. Estos cuatro años incompletos hasta fines del año 4000 se olvidaron después completamente, y luego empezaron cuatro años más tarde nuestra cuenta de años actual. La consecuencia es que Cristo nació casi ocho años antes de nuestras cuentas.
Uno de los cónsules de Roma era entonces Léntulo, antepasado del santo sacerdote mártir Moisés, cuya reliquia tengo aquí conmigo y que vivió en la época de San Cipriano; de él procedía también aquel Léntulo de Roma que fue allí amigo de San Pedro. Cristo nació el año 45 del emperador Augusto.
Por lo demás, Herodes reinó 40 años hasta su muerte; fue independiente 7 años, pero ejerció muchas crueldades y atormentó mucho al país; murió aproximadamente el sexto año de la vida de Jesús. Me parece que su muerte se mantuvo en secreto una temporada4.
Murió cruelmente, y en sus últimos tiempos todavía causó asesinatos y desgracias. Lo vi arrastrarse por una gran sala acolchada con almohadones con un venablo con el que quería pinchar a quienes se le acercaban.
Jesús nació aproximadamente en el 34.° año de su reinado.
Herodes mandó construir el Templo dos años antes que ingresara en él la Santísima Virgen, justo 17 años antes del nacimiento de Cristo. No fue construirlo de nuevo, sino únicamente embellecerlo y modificarlo aquí y allá.
La huida fue cuando Jesús tenía nueve meses, y el asesinato de los niños inocentes ocurrió en su segundo año de vida.
[La narradora mencionó además muchas relaciones, comitivas y viajes de la vida de Herodes que demostraban la claridad con la que veía todo, pero era imposible recoger y ordenar aquella masa de datos, balbuceados en parte.]
El nacimiento de Cristo ocurrió un año que los judíos contaban trece meses; una corrección parecida a nuestro año bisiesto. Me parece también que he olvidado por qué los judíos tenían dos veces al año meses de 21 y 22 días, y sobre ello oí algo de días festivos, pero el conjunto solo lo recuerdo muy confusamente.
También vi que modificaron varias veces su calendario. Fue a la salida de un cautiverio, cuando también estaban reconstruyendo el Templo. He visto al hombre que cambió el calendario y he sabido su nombre.
[En este momento reflexionó y dijo con jocosa impaciencia en su forma de hablar bajoalemana:]
—Jck waet nit meh, wu de keerl het. [Ya no sé cómo se llama ese tío].
Creo que Cristo nació en el mes de Casleu, justo un mes antes de cuando lo celebra la Iglesia, lo que se debe a que en algún cambio de calendario se omitieron por completo algunas épocas y días; lo he visto muy bien pero no puedo repetirlo ordenadamente.
LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES
[Los tres mayorales de los pastores van de su colina a adorar al niño Jesús recién nacido y le presentan sus regalos.]
[Domingo 25 de noviembre por la mañana:]
Al amanecer después del nacimiento de Cristo, los tres mayorales de los pastores fueron de su colina a la Cueva del Pesebre. Los regalos que previamente habían recogido consistían en animalitos que tenían cierto parecido con los corzos, pero si eran cabritillos tenían un aspecto muy distinto a los de aquí pues tenían el cuello largo, los ojos claros y muy bonitos y eran muy finos y veloces. Los pastores los llevaban a su lado o tras de sí, atados con cordeles largos y finos. Además, los pastores llevaban manojos de aves colgando del hombro, y grandes aves vivas debajo del brazo.
Cuando llamaron tímidamente a la Cueva del Pesebre, San José salió a recibirlos cordialmente. Ellos le dijeron lo que les había anunciado esa noche el ángel, y que venían a adorar al Niño de la Promesa y a regalarle sus pobres dones. José aceptó sus regalos con humilde gratitud e hizo que llevaran los animales a la cueva cuya entrada estaba junto a la puerta Sur de la Cueva del Pesebre, adonde los acompañó.
Luego llevó a los tres mayorales a ver a la Santísima Virgen, que estaba junto al pesebre sentada en el suelo encima de una manta con el Niño Jesús en el regazo. Los pastores, con sus cayados en la mano, se hincaron de rodillas humildemente delante de Jesús. Lloraban de alegría y permanecieron mucho rato con gran dulzura y sin palabras. Luego cantaron el himno de alabanza que los ángeles habían cantado esa noche y un salmo que he olvidado. Cuando quisieron despedirse, la Santísima Virgen les puso a uno tras otro el Niño Jesús en brazos. Se lo devolvieron con lágrimas y abandonaron la cueva.
ACTIVIDAD CARITATIVA DE LA MÍSTICA
[Domingo, 25 de noviembre al anochecer:]
[La narradora tuvo todo el día de hoy grandes padecimientos corporales y espirituales, y al anochecer, apenas dormida, fue arrobada enseguida a la Tierra Prometida. Como este año contemplaba el primer año de predicación de Cristo, y concretamente el ayuno de cuarenta días, dijo puerilmente maravillada:]
—¡Qué emocionante es esto!, por un lado veo aquí a Jesús con treinta años, tentado y ayunando en la cueva del desierto, y por otro lado lo veo recién nacido en la Cueva del Pesebre, adorado por los pastores de la torre.
[Tras estas palabras se levantó del lecho con sorprendente rapidez, fue apresuradamente a la puerta abierta de su cuarto, y gritó ebria de alegría a los amigos que se encontraban en el gabinete contiguo:]
—¡Venid deprisa, deprisa, a adorar al niño, que está conmigo!
[Enseguida volvió deprisa al lecho y empezó cantar con voz clara e indeciblemente conmovedora el Magníficat, el Gloria y algunos himnos desconocidos, sencillos, profundos y en parte rimados. De uno de ellos hizo la quinta voz. Estaba inmensamente alegre y emocionada, y al día siguiente contó:]
Ayer por la tarde llegaron con regalos a la Cueva del Pesebre varios pastores y pastoras y también algunos niños de la Torre de los Pastores que está a cuatro horas de la Cueva del Pesebre. Traían pájaros, huevos, miel, telas de varios colores, madejitas que parecían de seda natural, y mazos de una planta en forma de caña que tiene hojas grandes y las espigas llenas de granos gruesos.
Después que le dieron los regalos a San José, se acercaron humildemente al pesebre junto al que estaba sentada la Santísima Virgen; la saludaron y luego, arrodillados en torno al pesebre, cantaron salmos muy tiernos, el Gloria y algunos versos cortos. Cantan a varias voces y yo cantaba con ellos; canté la quinta voz de uno de los cantos; todavía recuerdo aproximadamente las palabras:
—¡Oh, niñito, qué rosado eres, que vienes como un heraldo!
Cuando los pastores se despidieron, se inclinaron sobre el pesebre, como si besaran al Niño Jesús.
[Los tres mayorales ayudan a San José. Las esenias prestan servicios a la Santísima Virgen.]
[Lunes, 26 de noviembre:]
Hoy he visto que los tres mayorales vinieron uno tras otro a la cueva a echar una mano a San José para lo que necesitara para instalarse más cómodamente en la Cueva del Pesebre, en las cuevas contiguas y en los alrededores. Varias mujeres piadosas prestaban servicios a la Santísima Virgen; eran esenias que vivían no lejos de la Cueva del Pesebre. Si uno va hacia Oriente contorneando la colina para ir a la hondonada del valle, en la quebrada del cerro hay una serie de pequeñas celdas en la roca que están un poco altas, unas junto a otras. Las esenias tenían huertecillos cerca de sus viviendas y enseñaban a los niños de su secta; las había llamado San José, que ya las conocía desde su juventud, pues cuando se escondía de sus hermanos en la Cueva del Pesebre iba muchas veces a visitarlas junto a la pared de roca. Las esenias venían una tras otra a traerle a la Santísima Virgen pequeños recados y hatillos de leña, y cocinaban y lavaban para la Sagrada Familia.
[El burro se conmueve ante el Niño Jesús. La criada de Ana viene desde Nazaret a ver a María.]
[Martes, 27 de noviembre:]
Hoy vi un cuadro conmovedor en la Cueva del Pesebre pues José y María estaban de pie ante el pesebre, muy recogidos mirando al Niño Jesús, cuando de repente el burro se puso de rodillas y apretó completamente la cabeza contra el suelo. María y José lloraban.
Por la tarde llegó un envío de la madre Santa Ana; llegaron de Nazaret un criado de edad avanzada y la criada de Ana, una viuda emparentada con ella, que traían toda clase de cositas que María necesitaba y que se emocionaron extraordinariamente al ver al niñito. El viejo criado lloró de alegría y enseguida se puso en camino para llevarle noticias a Ana. La criada se quedó con la Santísima Virgen.
[La Santísima Virgen se esconde de los informadores de Herodes. Estado actual de Belén. Una violencia de Herodes.]
[Miércoles, 28 de noviembre:]
Hoy vi que la Santísima Virgen con el Niño Jesús y la criada abandonaron durante unas horas la Cueva del Pesebre5.
Saliendo por la puerta y doblando a la derecha debajo del porche, se escondieron a los pocos pasos en la cueva lateral donde al nacer Cristo brotó una fuente que José encauzó. En esa cueva permanecieron cuatro horas, y más adelante, dos días. Al amanecer, José ya les había preparado allí algunas comodidades.
Se metieron allí por un aviso interior, pues hoy vinieron a la Cueva del Pesebre unos hombres de Belén, creo que informadores de Herodes, pues a causa de las conversaciones de los pastores se había extendido el rumor de que aquí había ocurrido un milagro con un niño.
Estos hombres encontraron a San José cuando iba al encuentro de los pastores delante de la Cueva del Pesebre. Intercambiaron con él unas palabras pero en cuanto vieron su pobreza y sencillez lo dejaron con una elegante sonrisa de desprecio. La Santísima Virgen se quedó aproximadamente cuatro horas con el Niño Jesús en la cueva lateral y luego volvió al pesebre.
La Cueva del Pesebre está verdaderamente muy cómoda y tranquila; aquí no viene nadie de Belén y solo pasan por aquí los pastores. En Belén nadie se preocupa de lo que pasa en las afueras, pues allí, con tanto forastero, hay mucha gente y muchas aglomeraciones. En Belén se compra y se sacrifica mucho ganado, porque muchos de los presentes pagan sus tributos con ganado. También hay muchos paganos que sirven de criados.
[Esta tarde la narradora dijo de repente en sueños:]
Herodes ha mandado asesinar a un hombre piadoso que tenía un cargo preeminente en el Templo. Lo mandó llamar muy amistosamente a que viniera a verle a Jericó, y lo hizo asesinar por el camino. Se había enfrentado a las pretensiones de Herodes sobre el Templo. Naturalmente, acusaron del crimen a Herodes, pero él consiguió aún más poder en el Templo.
[Ana Catalina afirmó además que Herodes había colocado en altos cargos del Templo a dos hijos ilegítimos suyos que eran saduceos, a través de los cuales se enteraba de todo lo que pasaba en el Templo.]
[El propietario del último albergue de Belén visita a la Sagrada Familia. Se expanden los rumores de la aparición del ángel a los pastores.]
[Jueves, 29 de noviembre:]
Esta mañana temprano el amistoso patrón del último albergue donde la Sagrada Familia pasó la noche del 22 al 23 de noviembre ha enviado un criado con regalos a la Cueva del Pesebre, y luego durante el día él mismo vino a honrarlo.
La aparición del ángel a los pastores a la hora en que nació Jesús ha hecho que todas las buenas gentes del valle hablen del maravilloso Niño de la Promesa; y ahora esta buena gente viene aquí a adorar al niño que alojaron sin saberlo.
[Mucha buena gente que va al sabbat visita al Niño Jesús, y también la señora del albergue del 20 de noviembre.]
[Un pariente de Jesús visita a la Sagrada Familia. José le empeña la borriquilla. La Sagrada Familia celebra el sabbat en la Cueva del Pesebre. Preparativos para la comida de la circuncisión. Cosas acerca de una especie de caña.]
[Viernes, 30 de noviembre:]
Hoy vinieron pastores y otras buenas gentes a la Cueva del Pesebre y veneraron al niño muy emocionados. Venían en trajes de fiesta porque iban a Belén a celebrar el sabbat.
Vi también entre ellos a la buena mujer del rudo pastor que dio albergue a la Sagrada Familia el 20 de noviembre. Desde su vivienda hubiera podido ir directamente al sabbat a Jerusalén, pero ha dado el rodeo por Belén para venerar al santo niño y sus amables padres. La buena mujer se sentía completamente feliz de haberles demostrado su amor.
Hoy después de mediodía vi que los parientes de San José, en cuya vivienda la Sagrada Familia pasó la noche del 22 de noviembre, vinieron a la Cueva del Pesebre a saludar al niño; era padre de aquel Jonadab que en la crucifixión llevó un paño a Jesús para que cubriera su desnudez. Oyó hablar al posadero de su pueblo del viaje de José, y del milagro del nacimiento del niño y, puesto que venía a Belén al sabbat, se llegó aquí para agasajarlo. Saludó a María y al Niño Jesús. José estuvo muy amistoso con él, pero no aceptó nada suyo, sino que solamente le empeñó la borriquilla que iba suelta, a condición de poder rescatarla si le devolvía el dinero. José necesitaba dinero para costear los gastos de los regalos y de la comida de la fiesta de la circuncisión.
Cuando yo meditaba lo de empeñar la borriquilla para pagar la comida de la circuncisión, y que el domingo 2 de septiembre, que sería la circuncisión del Niño, se leería el Evangelio del Domingo de Ramos que cuenta la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un borrico, vi el siguiente cuadro pero ya no sé dónde lo vi ni tampoco se explicar ya su significado.
Debajo de una palmera vi dos ángeles en pie que sostenían unas tablas: En una estaban representados toda clase de instrumentos de martirio y en el centro, una columna que tenía encima un mortero con dos asas. En la otra había letras que creo que eran cifras, años y cuentas de tiempos de la Iglesia.
Encima de la palmera, una doncella estaba arrodillada como si hubiera crecido del tallo; la ropa le flotaba en torno y sobre su cabeza sin velo llevaba anudado el manto flotante como para formar una capucha; la doncella tenía en sus manos bajo su pecho un recipiente de la forma del cáliz de la Última Cena, del que salía flotando un refulgente niño pequeño.
A continuación vi a Dios Padre entre nubes en la forma en que se me aparece habitualmente, quien se acercó a la palmera, arrancó de ella una pesada rama en forma de cruz y se la tendió al niño. Enseguida vi al niño como sujeto a esta cruz de palma y que la doncella le entregaba la rama al Padre con el niño crucificado en ella, mientras con la otra mano sostenía el cáliz vacío, que ahora me parecía su propio corazón corporal. Cuando quise leer las palabras de la tabla que estaba bajo la palmera, me despertaron por necesidad. No sé si este cuadro lo vi en la Cueva del Pesebre o en otro lugar6.
Cuando José terminó el negocio y toda esta gente se fue a la sinagoga de Belén, preparó en la Cueva del Pesebre la lámpara de sabbat de siete mechas, las encendió y puso debajo una mesita con un mantel rojo y blanco en la que estaban los rollos de oración.
Celebró el sabbat bajo la lámpara recitando oraciones con la Santísima Virgen y la criada; dos pastores estaban un poco más atrás, en la entrada de la cueva. Las esenias también habían venido, y después prepararon la cena.
Hoy, antes del sabbat, las esenias y la criada ya habían preparado algunos platos. Pusieron a asar en las brasas un asador con las aves, una vez desplumadas y destripadas, e iban rebozándolas una tras otra debajo del asado en una especie de harina que se hace machacando los granos de las espigas que crecían en una planta de corteza gruesa.
Esta planta solo crece silvestre en la solana de algunos lugares húmedos y pantanosos de este país, pero en muchos otros lugares la cultivan. Cerca de Belén y de Hebrón hay mucha silvestre, pero por Nazaret no la he visto.
A José se la habían traído los pastores de la Torre. Con los granos cocinaban un puré espeso, blanco y brillante, y con esta harina también hicieron tortas. Me fijé que debajo del hogar había agujeros calientes y limpios donde asaban los pasteles y los pájaros.
De las abundantes provisiones que los pastores regalaron a José, la Sagrada Familia utilizó muy pocas y la mayoría fue para regalarlas, agasajar a otros y dar a los pobres.
Mañana por la tarde se distribuirán bien en la comida de la fiesta de la circuncisión.