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23 noviembre 2024

Santa Ana Catalina Emmerick. La vida oculta de la Virgen María.

EL NACIMIENTO DE CRISTO

Desde esta torre se podía contemplar hasta muy lejos toda la comarca; se veía Jerusalén y el Monte de las Tentaciones en el desierto de Jericó. Los pastores ponían centinelas allá arriba para vigilar la marcha de sus rebaños y para alertar con toques de cuerno del peligro de ladrones o incursiones de pueblos guerreros, que desde allí arriba se podían ver de lejos.

Las distintas familias de pastores vivían en cortijos aislados con huertas y campos en un radio de unas cinco horas alrededor de la torre. La torre era su lugar de reunión general, donde los pastores se congregaban, guardaban sus aperos y recibían sus comidas. A lo largo de la loma habían construido cabañas y, separado de ellas, un gran cobertizo muy distribuido donde vivían y preparaban sus comidas las mujeres de los que guardaban el ganado.

Esta noche vi que parte de los rebaños estaban todavía al aire libre aquí junto a la torre, pero en la colina de los mayorales, los rebaños estaban en cobertizos.

Cuando nació Jesús vi a los tres mayorales juntos, de pie delante de sus cabañas, conmovidos por la maravillosa noche. Miraban a su alrededor y se asombraron del resplandor milagroso encima del paraje de la Cueva del Pesebre. Lejos de allí vi también muy agitados a los pastores de la torre, a la que algunos subieron para mirar las extrañas luminarias que había encima de la Cueva del Pesebre.

Cuando los mayorales alzaron su mirada al cielo, una nube de luz descendió sobre ellos y mientras se acercaba, distinguí en ella movimiento, transformación y tránsito de formas y figuras, y escuché un dulce canto que iba en aumento, suave y sin embargo maravillosamente claro. Al principio los pastores se asustaron, pero de repente se puso un ángel de pie frente a ellos que les dijo:

—No temáis, pues ved que os anuncio una gran alegría que ha ocurrido para todo el pueblo, pues hoy os ha nacido el Salvador en la ciudad de David, que es Cristo el Señor. Sea señal para reconocerlo que lo encontrareis como un niño envuelto en pañales y tendido en un pesebre.

Mientras el ángel anunciaba esto, aumentó el brillo a su alrededor y entonces vi cinco o siete grandes y espléndidas figuras angélicas de pie ante los pastores, que tenían en sus manos una tira larga como un rótulo, en la que algo estaba escrito en letras del tamaño de la mano. Los escuché cantar alabando a Dios diciendo:

—Honra a Dios en las alturas, y paz en la Tierra a los hombres que son de buena voluntad¹.

Los pastores de la torre tuvieron esta misma aparición, solo que un poco más tarde. Asimismo, los ángeles también se aparecieron a un tercer grupo de pastores que estaban junto a una fuente a Oriente de la Torre de los Pastores, a unas tres horas de Belén.

No vi que los pastores se precipitaran enseguida a ir a la Cueva del Pesebre, de la que los mayorales estaban a hora y media de camino, y otro tanto más los de la torre. Pero vi que enseguida deliberaron entre ellos los regalos que llevarían al recién nacido, y se fueron a buscarlos lo más rápidamente posible.

Llegaron al pesebre por la mañana temprano.

ANUNCIOS DEL NACIMIENTO DE CRISTO EN DIVERSOS LUGARES

A la hora que nació el niño Jesús, mi alma hizo incontables caminos en todas direcciones del mundo para mirar las milagrosas señales del nacimiento de nuestra Salvación. Como estaba muy enferma y fatigada, muchas veces me parecía que eran las imágenes las que venían a mí. He visto innumerables acontecimientos, pero he olvidado la mayoría por culpa de mis muchos sufrimientos y molestias. Lo que todavía recuerdo fragmentariamente es lo siguiente:

Señales del nacimiento de Cristo entre parientes y amigos de la Santísima Virgen

Esta noche he visto que la profetisa Hanna, el anciano Simeón y Noemí, la maestra de la Santísima Virgen, tuvieron visiones y revelaciones en el Templo acerca del nacimiento del Salvador, así como también las tuvieron Ana en Nazaret e Isabel en Juta.

Vi que Juan, el niño de Isabel se movía maravillosamente contento. En estas visiones todos veían y reconocían a María, pero no sabían dónde había ocurrido el milagro, ni siquiera Isabel; solo Ana sabía que el lugar de la Salvación era Belén.

Señales del nacimiento de Cristo en Jerusalén

Hoy por la noche vi un suceso portentoso en el Templo. Varias veces todos los rollos de los saduceos resbalaron de sus recipientes y se esparcieron. Se armó un gran alboroto sobre ello, los saduceos lo achacaron a brujerías y pagaron mucho dinero para que se silenciara el asunto.

[Aquí Ana Catalina me contó confusamente algo más sobre dos hijos de Herodes que eran saduceos y a los que su padre había colocado en el Templo; Herodes tenía disputas constantes con una fracción de los fariseos y procuraba conseguir cada vez mayores prerrogativas en el Templo.]

Señales en Roma del nacimiento de Cristo

Esta noche han pasado muchas cosas en Roma y otras muchas se me han olvidado. Es fácil que de vez en cuando trastoque algo, así que lo cuento tal como lo recuerdo ahora:

Vi que cuando nació Jesús, en un paraje de Roma en el que viven muchos judíos [aquí describió con cierta vaguedad un sitio como una colina rodeada de agua que formaba una especie de península] brotó encima del río como una fuente de aceite y vi que todos se maravillaron mucho por eso.

También se ha hecho pedazos un precioso ídolo de Júpiter en un templo cuyo techo se ha derrumbado completamente. Como se asustaron mucho, sacrificaron y preguntaron a otro ídolo, me parece que a Venus, qué significaba esto y el demonio tuvo que responder desde esta imagen:

—Esto ocurre porque una doncella ha concebido sin hombre un hijo que acaba de nacer.

La imagen habló también de la fuente de aceite que había brotado. En el sitio donde manó hay ahora una iglesia dedicada a la Madre de Dios.

Los consternados sacerdotes paganos consultaron libros y vieron que setenta años antes, cuando adornaron mucho aquel ídolo con oro y piedras preciosas y le hicieron solemnes sacrificios, vivía por entonces en Roma una mujer muy buena y piadosa que ya no estoy segura si era o no judía, cuyo nombre sonaba como Sirena o Cyrena. Vivía de sus bienes pero tenía visiones y se veía obligada a profetizar; a veces le decía a la gente las causas de su esterilidad; de ella lo he olvidado casi todo.

Esta mujer se había permitido correr la voz públicamente de que no le rindieran honores tan costosos a ese ídolo, porque llegaría la hora en que se rajaría por la mitad.

Como estas expresiones corrían de boca en boca, los sacerdotes la emplazaron para que dijera cuándo ocurriría eso, y como no fue capaz de decirlo enseguida, la encerraron y la torturaron mucho tiempo hasta que ella imploró a Dios la respuesta, que fue que la estatua se derrumbaría cuando una virgen diese a luz un hijo. Se rieron de lo que decía y la soltaron por loca. Pero ahora, como al hundirse el templo destrozó realmente al ídolo, reconocieron que había dicho la verdad y solo estaban asombrados por la circunstancia concreta unida al momento del acontecimiento, porque no sabían que Cristo hubiera nacido de una virgen.

Vi también que los alcaldes de Roma, uno de los cuales se llamaba Léntulo y era antepasado del santo sacerdote Moisés y de aquel Léntulo con el que San Pedro tuvo amistad en Roma, vi, digo, que ambos alcaldes se hicieron informar del suceso y de la aparición de la fuente de aceite.

Vi también algo de César Augusto pero no lo recuerdo exactamente. Vi al César con otros hombres en una colina de Roma, en la ladera opuesta del templo derruido. Unas escaleras subían a la colina, que en lo más alto tenía una gran puerta dorada. Al bajar el César vio a su derecha a media colina una aparición en el cielo: Era la aparición de una doncella sobre un arco iris, y un niño que salía flotando de ella².

Creo que solo la vio el César. Mandó preguntar el significado de esta aparición a un oráculo que se había quedado mudo, y éste respondió que había un recién nacido ante el cual todos deberían inclinarse. Augusto mandó erigir un altar en el lugar de la colina donde había visto la aparición y mandó consagrarlo con muchos sacrificios al Primogénito de Dios. He olvidado muchas cosas de todo esto.

Señales en Egipto

Vi también en Egipto un acontecimiento que anunciaba el nacimiento de Cristo. Muy lejos, más allá de Matarea, Heliópolis y Menfis, había un gran ídolo que hacía toda clase de oráculos y que de repente enmudeció. El rey mandó hacer grandes sacrificios en todo el país para que el ídolo dijera por qué se había callado. Pero el ídolo fue obligado por Dios a decir que se había callado y tenía que inclinarse porque había nacido el hijo de la doncella y que aquí se le erigiría un templo. Tal como dijo el oráculo, el rey del país quiso erigirle un templo junto al del ídolo.

No me acuerdo exactamente qué pasó, pero sé que tiró la imagen del ídolo y erigió allí un templo a la virgen con niño que el ídolo había anunciado, y enseguida los veneraron a la manera pagana.

Señales del nacimiento de Cristo donde los Reyes Magos

A la hora del nacimiento del Niño Jesús los Reyes Magos tuvieron una aparición maravillosa. Ellos eran servidores de las estrellas y tenían en lo alto de una montaña una torre piramidal chata, que en parte era de madera, donde siempre estaba uno de ellos con varios sacerdotes para observar las estrellas; escribían todo lo que ocurría y se lo comunicaban unos a otros.

Esta noche creo que he visto en esta torre a dos de los Reyes; el tercero, que vivía al oriente del Mar Caspio, no estaba con ellos. Lo que ellos observaban siempre era una constelación determinada en cuyo aspecto veían cambios y recibían visiones del cielo.

Hoy por la noche vi la imagen que ellos habían distinguido; estaba en diversos cambios. No la veían en una estrella sino en la figura formada por varias estrellas, que se movían.

Vieron un hermoso arco iris sobre la luna, que estaba en uno de sus cuartos. Encima del arco iris estaba sentada una doncella que tenía la pierna izquierda como si estuviera sentada encima de ella, mientras que la derecha le colgaba recta hacia abajo y apoyaba el pie en la luna. En el arco iris apareció a la izquierda de la doncella una vid y a su derecha un haz de espigas de trigo.

Delante de la doncella vi aparecer, o levantarse, o brillar con más fuerza, la figura de un cáliz como los que se usaron para instituir el Santísimo Sacramento. Surgiendo de este cáliz vi aparecer un niñito, y sobre él un disco claro como una custodia vacía de la que salían rayos como espigas. En este cuadro tuve el concepto del Santísimo Sacramento.

En la mano derecha del niñito que surgía del cáliz crecía una rama en la que floreció como una flor una iglesia octogonal con una gran puerta dorada y dos puertecitas laterales. La doncella movía con su mano derecha el cáliz, el niño y la Hostia y se inclinó adelante, hacia la iglesia en cuyo interior estaba yo mirando.

Al mirar la iglesia por dentro me pareció grandísima. Al fondo, pero dentro de la iglesia, vi una aparición de la Santísima Trinidad y sobre ella se alzó la torre de la iglesia, que al final configuró una ciudad totalmente brillante, tal como suelo ver la Jerusalén celestial.

Mientras miraba dentro de la iglesia, vi salir muchas más cosas de este cuadro, pero ya no me acuerdo cómo iban seguidas, ni tampoco recuerdo ahora de qué forma se les mostró a los Reyes Magos que el niño había nacido en Judea. A esa misma hora, el tercer rey, que vivía más alejado, vio en su patria el mismo cuadro.

Los Reyes Magos al verlo se llevaron una alegría indecible; reunieron enseguida tesoros y regalos y formaron su caravana. Tardaron unos días en reunirse los tres. En los últimos días antes del nacimiento de Cristo yo venía observando gran actividad, y que veían todas clase de visiones en su torre estrellera.

—¡Qué misericordia la de Dios con estos paganos! ¿Sabes tú de dónde venía la profecía de los Reyes? Ahora te contaré cosas de aquella época, pero solo un ratito, porque en este momento ya no lo tengo todo presente.