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7 octubre 2024

El Purgatorio. Una revelación particular. Anónimo.

Vosotros no sabéis lo que es el Purgatorio

Mientras terminaba de rezar el rosario por las almas del Purgatorio, mi Ángel de la guarda se mostró en una visión interior; y se arrodilló para decir conmigo el Gloria al Padre; después, levantándose, puso las ma­nos sobre la cruz que adorna su túnica, y me dijo muy gravemente:

Continúa rezando así y haz rezar a tu alrededor por estas pobres almas benditas que sufren. Vosotros no sabéis lo que es el Purgatorio, ni cuánto deben soportar las pobres almas aquí
Y cuántas de ellas son abandonadas...
Si todo el mundo supiera lo que es el Purgatorio,
éste se vaciaría en poco tiempo
a fuerza de oraciones y de súplicas,
¡y cómo cambiarían vuestras vidas!
Pero hay muchos entre vosotros
que se tapan el rostro,
no queréis tomaros el tiempo de preguntar a Dios
para que os aclare este gran misterio
y llenaros de compasión por estas pobres almas.
El Purgatorio no es un mito;
es una realidad que muchos deben experimentar.
Queriendo negar su existencia,
corréis el riesgo de pasar allí mucho tiempo,
incluso de perderos para toda la eternidad.
Y contemplándolo sólo a través de vuestra imaginación, tenéis grandes posibilidades de experimentarlo cruelmente
.

Nota: Santa Verónica Giuliani (+ 1727), en su oficio de «auxilia­dora de las almas del Purgatorio», experimentó de una manera misteriosa y sorprendente la pena de la privación de Dios que su­fren las almas: «Es la pena de las penas, escribió ella; la privación de Dios no duró más que un instante, y sería capaz de aniquilar­nos. Saber por una luz interior que nos falta el Bien Supremo es el mal supremo. Fuego, hielo, láminas afiladas y todos los suplicios que podemos imaginar ¿Qué hay comparado a esta pena? Si un alma volviera a la tierra, sería incapaz de describirlo, igual que San Pablo no podía describir el Cielo de donde volvía. ¡Pero cómo me callo! Lo llamaré la nada» (Santa Verónica Giuliani, op. cit., pág. 293).



Estas palabras me hicieron estremecer. El Ángel se calló y me miró con una gravedad impresionante, manteniendo sus manos cruzadas, resplandeciente de una luz viva. Yo recé con él. Después le pregunté lo que Jesús quería de mí en esta cuestión, ¡pobre y mi­serable de mí! El Ángel separó muy lentamente sus manos, que ocultaban en parte la cruz, y me la mostró con la mano derecha, mientras que la izquierda seña­laba su cinturón, que era morado, y dijo:

Tú lo sabes: rezar, hacer penitencia, santificarte en silencio

y en el cumplimiento de tus deberes de estado, y ofrecer todo esto por las benditas almas. Debes, igualmente, pedir a tu prójimo, a tus amigos, que recen por las almas del Purgatorio, y pedir a los sacerdotes que conoces que prediquen sobre este misterio tan olvidado. Verdaderamente, no sabéis lo que es el Purgatorio; si lo supierais, trabajaríais muy en serio por vuestra salvación eterna, y os esforzaríais, con vuestras oraciones, por obtener la liberación de estas almas que sufren tanto
.

Tras decir estas palabras, el Ángel cruzó de nuevo sus manos y después desapareció.

Acelerar por amor la hora del encuentro

Cuando terminaba mi oración, el Ángel de la guarda se presentó a mi vista interior y dijo en tono grave:

El tiempo que se os da en la tierra debe serviros
para preparar vuestro encuentro con Dios,
ir a buscar a vuestro Padre.
Si verdaderamente comprendierais esto,
el Purgatorio no existiría,
porque las almas harían todo lo posible
para estar preparadas
para ese momento de encuentro
.

Pero el Señor, conociendo nuestra debilidad, lo ha creado, porque Él quiere salvarnos... Respondiendo a esta advertencia que yo formulaba, el Ángel continuó:

El Purgatorio ha sido creado por Dios,
es una obra maestra de Su infinita Misericordia.
Pero si las almas se esforzaran verdaderamente,
no sería ya necesaria esta gracia suplementaria,
y el Purgatorio desaparecería por falta de uso.
Son las almas quienes mantienen
la necesidad del Purgatorio,
porque no están preparadas
en el momento del encuentro.
Si llegarais al final de vuestra vida
limpios de todo pecado,
y habiendo pagado en la tierra
la deuda del pecado,
el Purgatorio ya no existiría,
porque iríais directamente al Cielo
.

Dios nos conoce y sabe bien, por desgracia, que ha­brá siempre pobres pecadores sobre la tierra... El Ángel tomó de nuevo la palabra:

Deberíais esforzaros, poniendo todo de vuestra parte,
para evitar el Purgatorio e ir directamente al Cielo
después de vuestra muerte.
Si supierais lo que es el Purgatorio,
haríais todo por evitarlo,
y aprovecharíais el tiempo que se os concede
para adelantar, por amor,
la hora del encuentro con Dios
.