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LA SANTÍSIMA VIRGEN ENSEÑA A LOS NIÑOS DEL POSADERO
[José va con él a pasear.]
[Sábado 17 de noviembre:]
La Sagrada Familia ha permanecido aquí todo el día de hoy rezando juntos. Vi que la señora de la casa y sus tres niños estaban con la Santísima Virgen, y que también vino a visitarla la mujer del posadero anterior con sus dos hijos. Se sentaron juntas con toda confianza, muy impresionadas por el pudor y la sabiduría de María, a la que escuchaban con mucha emoción mientras charlaba con los niños y los enseñaba. Los niños tenían rollos de pergamino y María se los hacía leer; hablaba con ellos tan cariñosamente sobre lo que leían que los niños no podían apartar sus ojos de ella. Era muy dulce verlo, y más aún oírlo.
Después de mediodía, José y el posadero se dieron una vuelta por aquellos contornos, contemplaron los campos y los huertos y conversaban piadosamente, tal como siempre veo hacer en sabbat a la gente piadosa del país. La siguiente noche también se quedaron aquí.
PROSIGUEN VIAJE AL SURESTE
[Ojeada al templo de Garizim. Llegan al anochecer a una gran casa de pastores a una hora al Sureste de Siquem. Lo que Jesús hará aquí en el futuro.]
[Domingo, 18 de noviembre:]
Las buenas gentes de este albergue se habían encariñado extraordinariamente con la Santísima Virgen y sentían tierna compasión por su estado. La pidieron afectuosamente que se quedara a esperar aquí el alumbramiento; la enseñaron también la cómoda habitación donde querían instalarla. La señora de la casa la ofreció de corazón todo su cariño y sus cuidados.
Sin embargo, José y María reemprendieron temprano su viaje por la ladera suroriental del monte y penetraron en un valle de montaña. Cada vez se alejaban más de Samaria, adonde parecía llevarlos su camino anterior. A medida que se alejaban podían ver en la terraza del templo del Monte Garizim, que se ve desde muy lejos, muchas figuras de leones y de otros animales cuya blancura centelleaba al sol.
Luego los vi viajar unas seis horas más y a eso del anochecer, a cosa de una hora entre Mediodía y Poniente de Siquem, llegaron a una casa de campo de pastores donde los acogieron bien.
El hombre de la casa era guarda de los campos y huertos de frutales pertenecientes a una ciudad cercana. La casa estaba en la ladera y no en la llanura. Todo era aquí mejor y más fértil que en las comarcas por donde habían viajado hasta entonces, pues ésta era solana, lo que en la Tierra Prometida y en esta estación es una diferencia significativa. Desde aquí hasta Belén había muchas viviendas de pastores parecidas, dispersas por los valles.
Esta gente de aquí era de los pastores cuyas hijas se casaron con unos criados de los Reyes Magos que se quedaron en la Tierra Prometida. De uno de estos enlaces nació un chico al que Nuestro Señor curó a instancias de la Santísima Virgen el 31 de julio (día 7 de Ab) de su segundo año de predicación, después de hablar con la samaritana. En su viaje a Arabia tras la resurrección de Lázaro, Jesús lo tomó de compañero junto con otros dos jóvenes, y más adelante se convirtió en uno de los discípulos. Jesús se paró allí muchas veces a enseñar y aquí en la casa había niños que José bendijo antes de salir.
SOBRE LA FORMA DE VIAJAR
[Prosiguen viaje. Rechazados groseramente por un labrador seis horas más al sur, descansan en un cobertizo abierto. El camino hasta aquí.]
[Lunes 19 de noviembre:]
Hoy los vi más veces por camino llano. La Santísima Virgen a veces va andando y a menudo descansan en sitios cómodos y toman algo. Llevan panecillos y una bebida que refresca y tonifica al mismo tiempo, que llevan en una jarrita muy adornada que tiene dos asas y que brilla como si fuera un mineral parduzco: es bálsamo que mezclan con el agua. Muchas veces recogen las bayas y frutos que todavía cuelgan de los árboles y arbustos en algunos sitios muy soleados.
La silla encima del burro donde va montada María tenía a derecha e izquierda soportes para descansar los pies, que María llevaba ocultos de modo que no iban colgando como entre nosotros, cuando se viaja por el campo. El movimiento es sumamente tranquilo y decoroso. La Santísima Virgen se sienta alternativamente a derecha o izquierda de la montura.
Lo primero que hacía José en cada parada y en cada alojamiento era prepararle un asiento cómodo y un sitio para que descansase; él se lavaba los pies a menudo, y María también; por lo demás, se lavaban con mucha frecuencia.
Ya estaba oscuro cuando llegaron a una casa aislada. José llamó a la puerta y pidió alojamiento, pero el hombre de la casa no le quiso abrir, y cuando José le hizo presente el estado de María, que no podía seguir más, y que él no pedía albergue gratis, aquel hombre duro replicó indignado que esto no era una posada, ni quería que le molestaran ni sufría que le aporreasen la puerta, y que siguiera su camino. Aquel hombre implacable ni siquiera abrió la puerta, sino que le gritó sus duras palabras a través de la puerta cerrada.
Así que María y José siguieron su camino un corto trecho y se recogieron en un cobertizo donde encontraron a la borriquilla. José encendió el farol y, con ayuda de la Santísima Virgen, la preparó un lecho. También metió dentro al borrico, para el que encontró pienso y paja. Rezaron, tomaron un bocado y durmieron unas horas.
Desde el último alojamiento hasta aquí debe haber seis horas de camino; estaban a 26 horas de Nazaret y a diez de Jerusalén.
Hasta el momento no habían viajado por ninguna gran carretera, pero habían atravesado varias de las rutas comerciales que van del Jordán a Samaria y que desembocan en los caminos militares de Siria a Egipto. Los caminos laterales por los que van son muy estrechos y, sobre todo en montaña son tan angostos que para ir por ellos sin tropiezo hay que ser muy experto, pero los burros van por ellos con gran seguridad. Aquí apenas hay albergues.