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12 octubre 2024

Santa Ana Catalina Emmerick. La vida oculta de la Virgen María.

FRONTERA DE SAMARIA Y JUDEA

[La higuera sin fruto al Noreste de Betania. Albergue donde el posadero los increpa pero la mujer los admite. Se alojan con ricos labradores; acogida tibia. Jesús visitó estas casas después de su bautismo. Dirección del camino; por qué paran tantas veces.]

[Martes, 20 de noviembre:]

Dejaron el alojamiento antes de amanecer; ahora el camino volvía a subir un poco. Me parece que rozaron el camino que lleva de Gabara a Jerusalén, y que por allí estaba la frontera entre Samaria y Judea. Los volvieron a rechazar groseramente en otra casa.

En esto pasó que cuando estaban aún varias horas al Noreste de Betania, María imploró insistentemente parar a tomar algo, y entonces José se apartó una media hora del camino y la llevó donde sabía que había una hermosa higuera que siempre estaba llena de higos; el árbol estaba rodeado de bancos.

José lo conocía de un viaje anterior, pero cuando llegaron, el arbolito no tenía fruta, lo que les afligió mucho. Creo recordar confusamente que más tarde algo le pasó con Jesús a este árbol. Estaba verde pero no tenía fruta y me parece que el Señor la maldijo en un viaje, huyendo de Jerusalén, y se secó².

En esto se acercaron a una casa donde el hombre al principio estuvo muy grosero con José, que humildemente le pedía alojamiento. Alumbró la cara a la Santísima Virgen e increpó a José: «Para dar tumbos con una mujer tan joven, muy celoso tenía que estar». Pero luego vino el ama de casa, se apiadó de la Santísima Virgen y les asignó con todo cariño un sitio en un edificio contiguo y también les llevó panecillos para que repusieran fuerzas. El marido también se arrepintió de su grosería y después estuvo muy cariñoso con los santos viajeros.

De allí fueron a una tercera casa habitada por gente joven, en la que vi a un anciano que vagabundeaba apoyado en un bastón. Allí los acogieron pasablemente pero no especialmente bien, ni se preocuparon mucho de ellos. Estos no eran simples pastores, sino labradores ricos de aquel país, liados con el mundo, el comercio y cosas parecidas.

Después de su bautismo el 1 de Tisri (20 de octubre), Jesús visitó una de estas casas y encontró adornado para oratorio el lugar donde habían reposado sus padres. No sé exactamente si era la casa donde al principio el marido increpó a San José. Recuerdo confusamente que esta gente lo arregló así justo después de los milagros que pasaron en el Nacimiento.

Hacia el final del camino, José hizo muchas paradas, pues el viaje se le hacía cada vez más penoso a la Santísima Virgen. Siguieron el camino por el que se metía la borriquilla, con lo que rodearon Jerusalén por Oriente; fue un rodeo de día y medio por lo menos.

El padre de José había tenido prados por aquí, y José conocía muy bien estos parajes. Si hubieran ido hacia el Sur cortando el desierto por detrás de Betania, seguro que hubieran llegado a Belén en seis horas, pero ese camino era montuoso y en ésta época del año muy incómodo, así que siguieron a la borriquilla por los valles, acercándose cada vez más al Jordán.

ALOJAMIENTO EN UNA GRAN CASA DE PASTORES ENTRE JERICÓ Y BELÉN

[El amo de la casa los recibe amistosamente, la dueña está trastornada y no se deja ver. Jesús la cura treinta años después.]

[Miércoles, 21 de noviembre:]

Hoy vi que los santos viajeros se alojaron a pleno día en una casa grande de pastores que debía estar a unas tres horas del sitio donde más adelante bautizó Juan en el Jordán, a unas siete horas de Belén.

Era la misma casa en la que treinta años después Jesús pernoctó el 11 de octubre, antes de su primera mañana tras el Bautismo de Juan. Al lado de la casa había un granero separado, donde guardaban los aperos de labranza y de los pastores. En el patio había una fuente rodeada de baños que recibían agua de los caños que venían de la fuente. El dueño de la casa debía tener muchos campos, porque había allí mucho ajetreo y muchos criados que iban, venían y comían aquí.

El hombre de la casa recibió a los viajeros muy amistosamente, pues era muy servicial. Los llevaron a un sitio cómodo y se ocuparon bien del asno, hizo que un criado lavara los pies a José junto a la fuente y que le pusiera otros vestidos hasta que le quitara el polvo y planchara los de José. Una criada prestó los mismos servicios a la Santísima Virgen. Allí comieron y durmieron.

El ama de casa estaba un poco trastornada; vivía apartada y se mantenía distante, pero atisbaba a hurtadillas a los viajeros, y como era joven y vanidosa se enfadó a causa de la belleza de la Santísima Virgen, a lo que se añadía el temor de que la Santísima Virgen la hablara de quedarse a dar a luz aquí, así que displicentemente, no compareció.

Esta fue la misma mujer que Jesús encontró allí, ciega y encorvada, treinta años después, el 11 de octubre después de su bautismo, y a la que curó tras recordarle su falta de hospitalidad y su petulancia.

En la casa también había niños. La Sagrada Familia pasó la noche aquí.

ÚLTIMO ALOJAMIENTO ANTES DE BELÉN EN UN LUGAR DONDE JOSÉ TIENE PARIENTES

[En el albergue hay un funeral. Bien acogidos.]

[Jueves 22 de noviembre:]

Hoy a eso de mediodía vi que la Sagrada Familia ha reanudado su viaje desde el alojamiento de ayer, y que algunos moradores de la casa los han acompañado un trecho del camino.

Tras un corto viaje de unas dos horas hacia Poniente, llegaron a un lugar donde a ambos lados de una gran carretera había dos filas de casas no muy juntas, con jardines y patios delanteros. José tenía parientes que vivían aquí, hijos del segundo matrimonio de un padrastro o madrastra; la casa estaba bien y tenía muy buen aspecto.

Sin embargo ellos atravesaron todo el lugar y luego fueron media hora hacia la derecha en dirección a Jerusalén, a un gran albergue en cuyo patio había un surtidor con muchos caños. Se había congregado mucha gente porque se estaba celebrando un funeral.

El interior de la casa, en cuyo centro estaba el hogar con su campana de humos, lo habían convertido en gran salón al retirar los tabiques de madera bajos y móviles que normalmente separaban varios cuartos cerrados. Detrás del hogar colgaban colchas negras, y delante había una especie de envoltorio negro parecido a un féretro, en torno al cual rezaban congregados muchos hombres con largos trajes negros y otros blancos más cortos encima; algunos llevaban colgando del brazo manípulos [cintas anchas de carácter litúrgico] con flecos.

En otra sala, las mujeres, todas envueltas en velos hasta el suelo, estaban sentadas en cofres bajos, se condolían y plañían.

La gente del albergue, que estaba ocupada con el duelo, solo los recibieron de lejos, pero la servidumbre de la casa los recibió muy cariñosamente y les dispensó toda clase de atenciones. Prepararon para ellos un cuarto aparte dejando caer las esteras que estaban arrolladas arriba, para que se encontraran como en una tienda de campaña.

En esta casa estaban apoyados en la pared muchos lechos enrollados y podían formarse muchas celdas separándolas con esteras.

Más adelante vi que los del albergue visitaron a la Sagrada Familia y conversaron muy cordialmente con ellos; ya no llevaban los sobretodos blancos sobre los trajes negros. Después que José y María se refrescaron y tomaron un poco de comida, rezaron juntos y se entregaron al reposo.