-
LA UNION EUCARISTICA
La Comunión nos asocia a la vida íntima de la Trinidad.
Estoy asociado a esta vida que se me ha dado, a las inefables relaciones de amor de las Tres divinas Personas.
Jesús me arrastra en sus ternuras filiales para con su Padre. Me hace penetrar en su corazón, me envuelve en su alma encendida de amor para que en El, con El y por El ame a su Padre, que es también mi Padre. Me enseña a adorarle, alabarle, amarle, a entregarme como El mismo se entrega, a decir con El: Heme aquí; Yo vengo, ¡oh Padre!, a hacer tu santa voluntad... Confío mi alma en tus manos. Y Jesús ruega a su Padre que me admita en el misterio del amor de los Tres: Padre santo, ruego para que asimismo sean ellos una misma cosa en nosotros.
El Padre, a su vez, me arrastra en las complacencias infinitas que tiene en su Hijo. Nadie puede venir a Mí, dice Jesús, si mi Padre no le atrae. Y añade: Mi Padre me ha amado. ¡Y con qué amor! Con una ternura que no tiene nombre y sobrepuja toda medida. Y Jesús pide también, y obtiene mi participación en esta inefable ternura: ¡Padre santo, que el amor con que me has amado esté en ellos!
Así, llevado al Padre por Jesús y a Jesús por el Padre, atraído en su mutuo amor, estoy en el Espíritu Santo, Movimiento eterno del amor del Padre y del Hijo.
¡Oh Padre! En el Espíritu Santo es por quien me lleváis a Jesús. ¡Oh Jesús! En el Espíritu Santo es por quien me lleváis al Padre: El es vuestro Don. Porque El es vuestra unión y vuestra consumación, el sello de vuestra unidad, es también mi unión, mi consumación, el sello de mi unidad en Vos. El me enseña todo. Acaba de entregarme todo. ¡Oh Jesús! Al atraeros me atrae con Vos en el Padre. ¡Oh Padre! Al atraeros me atrae con Vos en Jesús. Me atrae y me posee. Me hace uno con Vos. Por El acaba de realizarse vuestro anhelo supremo, ¡oh Jesús, Maestro adorado!: Padre santo, ruego por todos aquellos que creen en Mí que sean una misma cosa, como Tú, ¡oh Padre!, estás en Mí y Yo en Ti. Que ellos asimismo sean una misma cosa en Nosotros... Yo les he dado la gloria que Tú me has dado, para que sean una misma cosa como lo somos Nosotros. Yo estoy en ellos, y Tú estás en Mí, a fin de que sean consumados en la unidad, y conozca el mundo que Tú les has amado como a Mí me amaste.
El Señor dijo a la bienaventurada Angela de Foligno: «Si alguno quiere poseerme en su alma, no me substraeré a él. Si alguno quiere verme, le daré con arrobamiento la visión de mi rostro. Si alguno quiere hablarme, conversaremos juntos con inmensas alegrías».
* * *
¡Oh Trinidad! ¡eterna Trinidad! ¡Oh Fuego, oh abismo de amor! ¡Llama de amor! ¿No bastaba habernos creado a vuestra imagen y semejanza, habernos hecho renacer a la gracia en la sangre de vuestro Hijo? ¡Faltaba todavía darnos toda la Trinidad en alimento! Es vuestro amor quien lo ha querido. ¡Oh Trinidad eterna! No solamente habéis dado vuestro Verbo en la Redención y en la Eucaristía, sino que os habéis querido dar toda entera por amor por vuestra criatura. Sí, el alma os posee porque sois la Bondad suprema.
Santa Catalina de Siena