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30 septiembre 2024

El Purgatorio. Una revelación particular. Anónimo.

San Miguel derrama entonces el contenido de la copa sobre la Iglesia Santa, y ésta recibe todas las gra­cias y todas las bendiciones de Dios, las extiende y difunde por toda la humanidad. Incluso las gracias más íntimas, más secretas, más particulares, las más extraordinarias, pasan por la Madre Iglesia. Es un gran misterio de Amor. Mi Ángel de la guarda me habla de San Miguel con un inmenso respeto, y un gran fervor:

Miguel es nuestro jefe,
el Príncipe de los ejércitos celestiales.
Es el Altísimo mismo que le ha dado este rango,
sobre todos los demás ángeles,
en el culmen de toda la jerarquía angélica.
El es el ángel de la Gloria de Dios
y todo lo que concierne a esta Gloria,
le concierne a él; por eso es también
el Caballero Blanco de María,
nuestra Reina Inmaculada,
obra maestra de la Gloria de Dios.
Por eso es el defensor y protector
de la Santa Iglesia Católica,
cuya misión es dar gloria a Dios.
También es el ángel del Juicio
y el ángel de las almas del Purgatorio:
está siempre presente en el juicio particular,
y asiste a los agonizantes, para Gloria de Dios,
ayudándoles a sostener el último combate
contra el Dragón
que se desencadena y ruge
en este momento terrible.
Es también Miguel quien precede
a nuestra Reina Inmaculada
cuando ella visita a las benditas almas
del Purgatorio,
y cuando conduce a las almas liberadas hacia el Cielo,
es él quien acompaña a los santos hacia su Morada. ¿Sabes que Miguel también precede siempre a la Inmaculada
cuando ella os visita aquí abajo? El está siempre presente en las apariciones mañanas, incluso aunque su presencia no sea percibida por los videntes
.

Mi ángel se calló, y yo contemplé de nuevo el Cielo. Vi ángeles que venían del Purgatorio con copas de nardo; las entregaban, como los otros, a espíritus celes­tes, que les daban a cambio una copa de oro llena hasta arriba de gracias divinas. Y después llevaban estas co­pas a San Miguel, quien derramaba el contenido sobre la Iglesia Santa. Mi Ángel de la guarda dijo con gravedad:

Estas son las oraciones de las santas almas del Purgatorio
por vosotros que estáis todavía aquí en la tierra.
¿Si supierais cuánto os aman
estas almas benditas!
Ellas desean que os salvéis,
y que evitéis el Purgatorio,
estos terribles sufrimientos
que conocen al experimentarlos ellas mismas.
Este ardiente deseo hacia vosotros
es simplemente, por su parte,
una amorosa voluntad de ver a Dios glorificado
en todas las cosas.
¡Rezad por estas benditas almas
que rezan por vosotros!
presentad vuestras oraciones a la Virgen María,
la Tesorera del Cielo:
ella las derramará como rocío
reconfortante y consolador
sobre estas benditas almas que sufren,
o las confiará a algunos santos
que podrán así destinarlas
a las almas a ellos confiadas.
Ninguna oración se pierde jamás:
a menudo hay personas aquí abajo
que rezan por todo tipo de cosas,
y Dios ordena que su oración sea utilizada
en favor de las almas del Purgatorio,
y, a menudo, en favor de almas
que estas mismas personas
han contribuido a enviar al Purgatorio,
por su mal ejemplo, por su influencia perniciosa,
su desviación, sus palabras irreflexivas.
Esta es una forma de reparación que Dios,
ejerciendo Su Justicia,
concede a algunas almas del Purgatorio
.

Después el Ángel me mostró todavía otra cosa: Unas almas que venían de aquí abajo y entraban en el Purgatorio para salir enseguida y elevarse radiantes hacia el Cielo. Esto me maravilla, y mi Ángel me ex­plica dichoso:

A estas almas benditas
que apenas pasan por el Purgatorio,
las llamamos «almas relámpago»:
tenemos justo el tiempo de verlas pasar
por el Purgatorio,
lanzarse rápidamente al fuego,
para sumergirse rápidamente en la purificación.
Luego, entran casi inmediatamente
en la Jerusalén Celeste
.