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El monte Sión
Sión es un monte.
Sión significa la Iglesia.
Con estos datos, los Padres ponen de relieve dos características fundamentales de la Iglesia: La Iglesia se llama monte propter eminentiam et firmitatem: a causa de su elevación y su firmeza.
La Iglesia es alta, eminente; la Iglesia es firme, estable.
Alta en virtudes, elevada en la vida moral.
La Iglesia se asemeja al monte Sión, desde donde el pueblo de Dios oteaba el horizonte para ver quiénes se acercaban a la santa ciudad. Dé ese modo, tenían tiempo para prepararse: prepararse para recibirlos amistosamente, si venían en son de paz; prepararse para rechazarlos enérgicamente, si venían a destruir.
Virtud de la caridad, y virtud de la fortaleza: virtud es la actitud de la Iglesia que abre sus brazos a todos los hombres sin distinción de raza, de color, de posición social; y virtud es también la plegaria de su liturgia cuando reza a Dios: ut inimicos sanctae Ecclesiae humiliare digneris, te rogamus, audi nos: que te dignes humillar a los enemigos de la Iglesia, te rogamos, óyenos.
En uno y otro caso, en todos los casos, la Iglesia es «alta in virtutibus» como les gusta decir a los Padres: grandiosa por su virtud.
La Iglesia es, además, firme como roca, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 5). Asentada sobre los Apóstoles, tiene al mismo Cristo como piedra angular.
Cuenta Chesterton que, en Heliópolis, reinaba un faraón que se consideraba todopoderoso: el amo del mundo. Pero una tarde, un mendigo se le acercó y le dijo:
Dame todo lo que tienes: tus ropas, tus banquetes, tu opulencia... El faraón soltó una carcajada:
Encerrad a este loco, dadle muerte en la prisión...
El pordiosero alzó su frente:
Yo soy más fuerte que tú: yo soy el tiempo. El mendigo recorrió la tierra: Babilonia, Nínive, Atenas, Cartago... Y en todas partes repetía su estribillo demoledor: Soy más fuerte que tú: soy el tiempo.
Una mañana, desde la plaza de San Pedro, subió hasta el Vaticano.
Pero allí, le salió al encuentro un anciano vestido de sotana blanca, amable, sonriente:
Bienvenido, tiempo. Yo soy más fuerte que tú: yo soy la eternidad.