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NACIMIENTO DE CRISTO EN NOVIEMBRE
[EN octubre se anuncian el censo y el impuesto de César Augusto. Preparativos de la Santísima Virgen para el nacimiento de Cristo.]
La época real del nacimiento de Cristo, tal como siempre la he visto fue cuatro semanas antes de cuando la celebra la Iglesia; tiene que ser hacia la fiesta de Santa Catalina. La Anunciación siempre la he visto a fines de febrero. Ya a fines de octubre vi que se dio a conocer en la Tierra Prometida el censo y el tributo que había ordenado el César. A partir de este momento vi mucha gente viajando de acá para allá por todo el país.
CASA DE ANA EN NAZARET
[Preparativos del nacimiento de Cristo.]
[Domingo 11 de noviembre de 1821:]
Hace ya una serie de días que veo a la Santísima Virgen en la casa de Ana, su madre, que está en el Valle de Zabulón a cosa de una hora de Nazaret. Cuando María está con Ana, en la casa de Nazaret solamente se queda la criada que cuida de San José. Por lo demás, mientras Ana vivió, María y José no hacían compra aparte, sino que siempre la recibían de aquélla.
Hace ya un par de semanas que veo afanarse a la Santísima Virgen con los preparativos del nacimiento de Cristo; cose y borda alfombras, fajas y pañales; ha preparado de todo en abundancia.
Joaquín ya no vive, pero veo otro hombre en casa, y es que Ana se ha vuelto a casar. Su marido tiene un empleo en el Templo relacionado con las ofrendas de animales. La comida, panecillos y peces, Ana se la envía en un saco de cuero dividido en varios compartimentos adonde esté con los rebaños.
En la casa hay una chica bastante crecida, de unos siete años, que echa una mano a María y a la que ésta enseña; me parece que tal vez sea una hijita de María Cleofás; también se llama María. José no está en Nazaret pero tiene que venir pronto; está en el camino de regreso de Jerusalén adonde ha llevado una ofrenda de ganado.
Vi a la Santísima Virgen en casa; tenía ya el vientre alto y estaba sentada en una sala trabajando con otras mujeres; preparaban enseres y cobertores para cuando María de a luz.
Ana tenía una posición muy desahogada y era propietaria de rebaños y pastos. Equipó ricamente a la Santísima Virgen con todo lo de costumbre en su estado. Como creía que María daría a luz en su casa y que todos los parientes la visitarían allí, preparó todo de lo más caro para el nacimiento del Niño de la Promesa y especialmente hermosas mantas y bonitas alfombras.
Yo había visto ya una manta de éstas en casa de Isabel con ocasión del nacimiento de Juan; estaba pespunteada con símbolos y frases; he visto hilos de oro y plata entretejidos. En el centro tenía cosida una especie de envoltura donde la recién parida podía embutirse de manera que, cuando sujetaba las distintas piezas en torno a ella con lazos y botones, quedaba acomodada como en un barquito, como un bebé en su saco. Cuando las amigas la visitaban podía incorporarse cómodamente entre cojines, mientras las amigas se sentaban en el borde de la alfombra.
Aquí en casa de Ana también preparaban colchas de éstas, además de muchos pañales y fajas para el niño. Incluso vi que aquí y allá habían cosido hilos de plata y de oro.
No todas las colchas y enseres eran para uso propio, sino que muchas eran para regalar a los pobres, en los que se pensaba siempre en estos alegres acontecimientos.
Vi a la Santísima Virgen y otras mujeres sentadas en el suelo en torno a un gran cofre. Con dos palillos que tenían arrollados hilos de colores, cosían o bordaban una gran manta de éstas que reposaba en el cofre en medio de ellas. La madre Ana estaba muy atareada; iba y venía con lana, la repartía y decía a las chicas lo que tenían que hacer.
AVISO A JOSÉ PARA QUE VAYA A BELÉN CON MARÍA
[Lunes, 12 de noviembre:]
José llegará hoy a Nazaret. Ha estado en Jerusalén, adonde ha llevado ganado para la ofrenda, y lo ha instalado en el pequeño albergue que está a un cuarto de hora de Jerusalén en dirección a Belén. Una pareja de ancianos sin hijos tiene allí una casa que sirve de albergue para gente tranquila y de confianza.
Desde allí José fue a Belén, pero no visitó a sus parientes; solamente quería informarse del censo y el tributo, pues cada uno tenía que ir a su lugar de nacimiento. Pero no se hizo inscribir todavía pues tenía el propósito de ir con María de Nazaret al Templo de Jerusalén cuando pasaran los días de su purificación, y luego a Belén para establecerse allí. Ahora no sé exactamente qué ventajas le veía a esto, pero José no estaba a gusto en Nazaret; por eso vio la oportunidad en Belén y anduvo informándose sobre piedra y madera de construcción, pues tenía idea de hacerse allí una casa.
En cuanto se informó, volvió al albergue de Jerusalén, llevó su ofrenda al Templo y se apresuró a volver a casa. Hoy, cuando iba por el campo de Kimki [Guinim], a unas seis horas de Nazaret, a eso de la medianoche, se le apareció un ángel que le avisó que fuera enseguida a Belén con María, pues el niño debía nacer allí. Le especificó todo lo que tenía que llevar consigo para el caso, le concretó que llevase pocas cosas y sencillas, y en particular, que no llevase ninguna manta bordada. Además del burro que montaría María debería llevar una burrita de un año que todavía no hubiese parido, y la debía dejar suelta, para seguir siempre el camino que tomara la burrita.
Hoy al anochecer, Ana y la Santísima Virgen fueron a Nazaret, pues sabían que llegaría José; sin embargo no parecían saber que María tuviera que viajar a Belén desde casa de Ana; creían que María traería al mundo a su niñito en su casa de Nazaret, pues vi que, empacadas en bolsas, las llevaron allí varios enseres que habían preparado. Entre otras cosas, vi varias envolturas de tela azul con capucha que creo eran para meter al bebé. José también llegó a Nazaret al anochecer.
NAZARET. JOSÉ ANUNCIA A MARÍA LA ORDEN DEL ÁNGEL
[Martes 13 de noviembre:]
Hoy vi a la Santísima Virgen con su madre Ana en la casa de Nazaret donde José las reveló lo que le habían anunciado la noche anterior. Ellas se volvieron enseguida a casa de Ana a equiparse para salir rápidamente de viaje. A Ana, este viaje la preocupaba.
La Santísima Virgen ya sabía que su niño tenía que nacer en Belén pero se había callado por humildad; lo sabía por los escritos de los profetas sobre el nacimiento del Mesías que guardaba en su armarito de Nazaret. Los había recibido de sus maestras del Templo y aquellas santas mujeres la habían instruido en ellos, los leía a menudo y rogaba que se cumplieran. Su oración constante clamaba anhelante por el advenimiento del Mesías; siempre rogaba de antemano por la bienaventurada que daría a luz al niño santo, y en su humildad únicamente pretendía poderla servir como su criada más pobre y nunca pensó que pudiera ser ella misma.
Por eso ahora sabía por aquellas citas de los profetas, que el Salvador nacería en Belén. Aceptó de muy buena gana la voluntad de Dios y se puso de viaje, muy penoso para ella en aquella estación del año pues muchas veces ya se sentía frío en los valles de las montañas.
Hoy al anochecer vi que José y la Santísima Virgen, acompañados de Ana, María Cleofás y algunos criados, salieron de casa de Ana para emprender el viaje. María iba sentada en el asno a la amazona, en una cómoda silla, y José guiaba al burro, que también cargaba el equipaje. Llevaban también un segundo asno, que era en el que se volvería Ana. Cuando salieron de viaje, el marido de Ana estaba en el campo.