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5 agosto 2024

El Purgatorio. Una revelación particular. Anónimo.

Un mundo de oración

Oración de la mañana. En una viva luz interior, mi alma es convidada a contemplar la oración de las ben­ditas almas del Purgatorio; yo las veo sumidas en una humilde disponibilidad a la Pura Voluntad divina y su oración se eleva en volutas hacia el trono de Dios, como humo de incienso que tuviera en sí tres reflejos o colores. Esto me sorprende. Mi Ángel de la guarda, que está cerca de mí, me dice:

Mira, hijo mío, y comprende bien. Esta imagen te muestra la oración de las benditas almas,
y te explica las tres características;
por eso ves un humo de incienso que se eleva
en volutas de tres colores diferentes
.

Hay, en efecto, volutas blancas muy ligeras, volutas de un rojo vivo más pesadas, y volutas de color oro, muy espesas; pero es un solo y único humo, y el Ángel continúa:

La oración de las benditas almas del Purgatorio
es perfectamente humilde,
perfectamente confiada,
y perfectamente agradecida.
Es, ante todo, oración de acción de gracias,
glorificación incesante de la Santidad de Dios.
Las almas están estáticas en esta contemplación
por una elección absoluta:
ellas saben que conocerán a Dios cara a cara,
y permanecen postradas ante la Santidad de Dios
en una actitud de profunda humildad.
Se saben indignas de la Misericordia,
tienen necesidad de la dolorosa purificación
que les hará al fin capaces de poseer a Dios.
Todo esto las mantiene en una profunda humildad
y rezan muy humildemente
.

Contemplo estas almas, que me parecen abismadas en su miseria, todas confundidas por encontrarse tan indignas ante la Santidad divina y ser objeto del Amor inflamado de Dios. Están en un fuego muy doloroso que las cautiva y las rodea y, de alguna manera, es como si este fuego limitara y contrariara su actividad espiritual normal. Entonces, se entregan muy dócil­mente a la Pura Voluntad divina, sometiéndose a ella en una actitud de profunda humildad que las impide tener el mínimo interés por sí mismas; no rezan para sí, expían, rezan por los otros y, sobre todo, para glori­ficar a Dios.

Yo las veo también muy estables, serenas y confia­das porque han sido despojadas de toda clase de falsas limitaciones, de múltiples trabas de orden sensible, afectivo, psicológico, etc. No hay en ellas ni temor, ni duda, ni incertidumbre, sino una paz suave y dulce, con la certeza de ser convidadas tarde o temprano a la beatitud eterna, y esto impregna su oración de una gran confianza, de una grandísima fuerza. Mi Santo Ángel me dijo:

Las benditas ánimas del Purgatorio
son fuertes porque están en paz,
ya que su unión a la Voluntad divina
es tan total y perfecta
que ellas sacan de ahí una gran paciencia
y una confianza radical.
También su oración es confiada,
ellas expresan su esperanza
de disfrutar plenamente de su salvación,
en la posesión eterna de Dios, al que aman.
Estas almas tienen todavía desconocimiento,
pero saben que están, de ahora en adelante,
a salvo de cualquier falta, de cualquier error.
Así que están en una confianza perfecta
.

Yo las veo, sobre todo, en una alegría incesante, en un gozo indecible que las eleva literalmente hacia Dios, y en fuertes anhelos de amor que las vuelve ha­cia todos los miembros de la Iglesia santa. El Ángel me dice:

Son los anhelos del agradecimiento,
ya que las benditas almas gozan intensamente
en el seno de los dolores más vivos:
sienten la dicha y la alegría
de estar salvadas para siempre,
en un continuo agradecimiento
por este don de la salvación.
Ellas dan gracias sin cesar a Dios
por todas las gracias
que les ha concedido en este estado
del Purgatorio que ellas aman:
su ciencia es más grande y más completa,
saborean algunos misterios
que para vosotros son todavía de fe,
porque los experimentan y conocen.
Reciben innumerables socorros de toda la Iglesia,
del Cielo y de la tierra:
éstos son los efectos de la irrompible comunión de los santos,
y dan gracias al Altísimo,
en perpetuos anhelos de agradecimiento.
¡Observa cómo la oración de las almas
del Purgatorio es hermosa,
pura, serena, tan perfecta!
Estas son las grandes dichas del Purgatorio
que no excluyen para nada la pena,
el gran sufrimiento de satisfacción,
pero que son como luces en la noche,
como testimonios del amor infinito de Dios
.

Contemplo todo esto, estas volutas de humo perfu­mado que se elevan hasta el Trono de Dios y que tra­ducen esta intensidad de oración aplastante que pode­mos ver en el Purgatorio; es un mundo de oración, ya que para las benditas almas, la oración es el lenguaje de la caridad, y ellas están inmersas en la Caridad di­vina, en el ardiente Amor de Dios; todo se borra a mi vista interior. ¡Dios mío, si pudiéramos rezar así, con tanto fervor y amor como las benditas almas del Pur­gatorio!...