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Visión del Purgatorio Mediano
Por la noche, cuando me encontraba en silencio y soledad para orar un poco en favor de las almas del Purgatorio, el Ángel de la guarda, rodeado de luz, apareció a mi vista. Alargando la mano me dijo:
¡Mira, hijo, y reza mucho!
Vi otra vez, con los ojos del alma, un mar de fuego abrirse ante mí con un gran rugido. Inmensas llamas se hacían y deshacían sin parar, chisporroteaban y silbaban con tanta fuerza que me ensordecían. En medio de aquello, miles y miles de almas tendían las manos, fustigadas por este fuego que las levantaba con un especie de soplo impetuoso. Este espectáculo me hace retroceder y orar todavía con más ahínco, pero al mismo tiempo me parece estar yo mismo en este fuego, abofeteado por látigos de fuego que me golpean sin descanso; mi boca está reseca, me siento desfallecer asfixiado...
Me parece que todas las almas que veo, y hay miles, padecen este suplicio de sentirse asfixiadas y no es en absoluto estático como ayer; creo poder decir que en esta visión percibo un movimiento discreto y violento a la vez, casi insensible en sus manifestaciones, y sin embargo dinámico: las almas están en este movimiento, creo que tienen de él una percepción confusa, y muy dolorosa. Hay en esta parte del Purgatorio Mediano como un movimiento del alma, un caminar hacia el Cielo, pero sin el menor deseo personal; es un ímpetu interior que las empuja, un deseo imprimido por este movimiento del Amor infinito en ellas, como si Dios se inclinara hacia ellas para atraerlas hacia El. Todo esto es difícil de exponer.
Desde el principio de esta contemplación, entendí que esto era el Purgatorio Mediano, en el cual las almas se ven en medio de un fuego claro. Están solas en presencia de la Santidad y Majestad de Dios, en una indecible esperanza que es su consolación. Les está permitido percibir a Dios en sus misericordias, por las cuales no cesan de glorificarle. Tienen de Dios conocimientos más precisos que los de las almas del Gran Purgatorio, y están purificadas, ciertamente —por lo cual sufren—, pero también iluminadas, lo que les consuela y les permite dar gloria a Dios, no sólo entregándose a la Voluntad divina, sino también tomando una iniciativa de agradecimiento. Es un estado de gran sufrimiento y de grandes consuelos.
En el Gran Purgatorio, las almas están entregadas pasivamente a la Voluntad de Dios, en una árida esperanza desnuda; aquí, en el Purgatorio Mediano, están atraídas y le perciben con evidencia, pero no pueden acercarse a Quien las atrae; están al mismo tiempo atraídas y retenidas con firmeza. Pero se muestran totalmente sumisas al Amor divino, acogiendo con agradecimiento ese fuego, esos sufrimientos, y ese íntimo desgarro, sin ocuparse en absoluto de la duración o de la intensidad de estas penas, de las cuales no tienen ni idea; Padecen sin saber nada más. No se miran y no tienen la capacidad ni la voluntad ni el deseo de preguntar nada. Aman, oran y expían por amor, en una amorosa disponibilidad a las exigencias de la Santidad de Dios.
Estas almas del Purgatorio Mediano sufren mucho. Creo que el alma se siente más atraída hacia Dios al acercarse el final de su Purgatorio, crece más en ella un ardiente deseo de Dios, crece más también el sufrimiento: cuanto más se acerca uno a la meta, más deseos tiene uno de llegar a ella. Es así en el Purgatorio, pero Dios no hace saber la hora de la liberación; solamente crece el sufrimiento amoroso, mientras las penas de los sentidos desaparecen progresivamente. En el Purgatorio Mediano las almas disfrutan de consuelos y alegrías que, además de colmarlas de gozo y agradecimiento, las inflaman del deseo de ver a Dios, y de esta manera aumentan en ellas ese gran sufrimiento de no verle.
El primer consuelo que tienen es el de percibir la infinita ternura de Dios hacia ellas. Perciben el impulso del Amor que las atrae, y lo sienten con alegría y sufrimiento en lo más íntimo; con eso aumenta su caridad. no en sí sino en sus aplicaciones. De vez en cuando, les enseñan los sufragios que se les están aplicando, las oraciones y las buenas obras que suben de la tierra hacia al Trono de la Trinidad divina, y que les están destinadas: eso las llena de alegría y dan gracias. Pero también, por el contrario, pueden ver a algunas personas que se han olvidado completamente y no rezan por ellas. Esto las llena de tristeza, no por ellas sino por esas personas, que se privan así de gracias, y sobre todo porque ven qué poco es servida, adorada y amada la gloria de Dios, y eso les produce un gran dolor.
Otro consuelo para estas almas del Purgatorio Medio es recibir frecuentes visitas de la Santísima Virgen, Madre de Dios, que viene para reconfortarlas, asistirlas y, sobre todo, traerlas la esperanza de que ella es su Dulce Madre; mensajera del Amor divino, la Virgen María va al Purgatorio en todas sus fiestas, y libera entonces a un gran número de almas; el Gran Purgatorio no tiene el consuelo de verla, mientras que las almas del Purgatorio Medio se benefician de estas visitas regulares; ellas tienen también, de forma general, la alegría de ver muy frecuentemente tanto a sus ángeles de la guarda como a los santos patronos, que rezan, las exhortan a la paciencia y a la paz, y sobre todo las estimulan a la caridad y al agradecimiento.
Me enseñaron asimismo que estas benditas almas del Purgatorio Medio reciben, a veces, el permiso del Señor para manifestarse a nosotros aquí abajo, ya sea para descubrirnos el misterio del Purgatorio, o para llamarnos a la oración, ya sea incluso para advertirnos de algunos peligros que les son mostrados por la misericordia del Señor. He visto muy claramente que estas manifestaciones que se conocen mal, que se llaman a veces fantasmas, son a menudo llamadas de las almas del Purgatorio. A menudo, pero no siempre: Satanás es el padre de la mentira, el maestro de la ilusión y del fraude. He visto también en todas estas simuladas apariciones que se manifiestan en sesiones de espiritismo, que no son nunca almas del Purgatorio: son espíritus diabólicos que toman el nombre e, incluso, a veces la apariencia de personas conocidas para mentir, tentar, falsificar el juicio de las personas, etc. El espiritismo es una obra del infierno, una verdadera religión satánica basada en la vanidad, la curiosidad y la mentira.
Hace estragos actualmente. El Ángel de la guarda, que está a mi lado, me reconforta y me ilumina diciendo dulcemente:
Tú puedes ver que el Purgatorio Medio, es un estado menos terrible que el Gran Purgatorio.
Pero no hay que pensar que se trata de dos grados,
o de dos estados independientes;
¡en general, todas las almas que deben
padecer estas penas
pasan por el Gran Purgatorio
antes de entrar en el Purgatorio Medio.
Muy raras son las almas
que no pasan por el Gran Purgatorio.
Allí permanecen más o menos tiempo,
a veces un minuto; a veces, años; a veces, siglos.
El pecado es una ofensa infinita a Dios...
A menudo, desde el juicio particular,
el alma va al Gran Purgatorio:
ella está allí como embrutecida, aplastada,
ya que ha descubierto el pecado, en su gravedad,
en sus efectos, en sus implicaciones.
A la vista de esto, el alma queda
como paralizada: inmóvil,
contempla a la vez la justicia de Dios
que se ejerce sobre ella
y la misericordia de Dios
que le ha otorgado el salvarse.
Después, ella se pone en movimiento hacia Dios,
que la atrae,
que la enseña en el aliento de su amor infinito: es cuando el alma pasa al Purgatorio Medio.
En el Purgatorio Medio el alma
permanece ante el Amor,
contempla este Amor infinito que la atrae,
lo ve derramado en plenitud sobre ella,
ciertamente,
pero también sobre la Iglesia entera;
en el Purgatorio Medio, el alma
sale de ella misma
y descubre todo lo que significa
su pertenencia a la Iglesia.
Verás en el Purgatorio Medio almas de todo tipo,
edades y tiempos.
Hay que rezar sin cesar por ellas,
¡hay que rezar por todas las almas
del Purgatorio!
Entonces, el misterio del Purgatorio desapareció de mi vista interior y, a lo lejos, oí voces que cantaban: «Mis deseos, Señor, ante ti están, y no se te ocultan mis gemidos... »