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4 marzo 2024

El Purgatorio. Una revelación particular. Anónimo.

La gran esperanza

Oración de la noche. Mi alma se hallaba totalmente absorbida por la contemplación del misterio del Cora­zón Eucarístico de Jesús, cuando de repente vi una multitud de personas que parecían estar sumergidas en un gran fuego; oraban intensamente. Entendí que me mostraban las almas del Purgatorio... Luego el Señor hizo oír su voz en mi alma:

Hijo, reza por estas almas,
afín de adelantar el momento
en el cual estarán perfectamente unidas a Mí.
Su unión en este tiempo de Purgatorio
esta sólo en el deseo que tienen de Mí,
deseo que las quema como un fuego.
Sus oraciones son esperanza, ya que es allí,
en el Purgatorio,
donde esa virtud se desarrolla
en su pureza y perfección.
El Purgatorio es la gran Misericordia
de mi Corazón Eucarístico.
La mayor purificación para un alma
es el deseo que tiene de Mí,
deseo que mi Corazón Eucarístico
enciende en vuestros corazones:
es todo esperanza
cuando lo pongo en vuestras almas.
En este tiempo que viene,
el fuego quemará a muchas almas,
por el deseo de poseerme que pondré en ellas.
Mi Iglesia conocerá esta quemadura
de deseo de Mí,
y las almas aprenderán la esperanza pasando por esta prueba de amor...


El Señor tocó entonces mi alma con un dardo de fuego brillante nacido de su divino Corazón, y mien­tras desfallecía bajo la suave quemadura —como una flecha de fuego—, me dijo con una dulzura infinita:

¡Oh pequeña alma!, quiero abrasarte con este deseo,
porque este deseo que tienes de Mí me llama a unirme contigo
.

No puedo describir la ebriedad, las delicias que colmaron entonces mi alma: estaba como sumergida en el amor del Corazón Eucarístico, el divino Cora­zón de Jesús; sufriendo cruelmente por no poder amarle a la perfección, y sin embargo, colmada de una felicidad inefable. ¡Qué felicidad entonces! ¡Oh, Amor infinito!