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EN EL VALLE DE LOS LAMENTOS
Queremos volver
Esta bajada al valle de las lágrimas, al valle de la humildad es el primer movimiento para empezar el camino de regreso. El hambre, la sed, la falta de cualquier bien, el verse con bellotas y nada más para comer, ha sido el primer impulso para que el hijo pródigo tomara una decisión: «Me levantaré, e iré a mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo, hazme como a uno de tus jornaleros» (Le 15, 18). Quizá no había, en su corazón, más que un cierto temor, a la reacción de su Padre a quien había ofendido, al castigo que le podía dar, pero le dolía todavía más la situación precaria en que se encontraba, deseando comer las bellotas de los cerdos, que nadie se las daba. Por eso se levantó y se puso en camino.
El temor no es todavía el amor perfecto, puro, pero es la pena, de vernos tan malparados, el pensamiento de los males futuros que nos esperan; es la risa de Dios que nos resuena en el oído, su ira y su cólera; es el acordarse de que Dios es verdadero Juez, infinitamente justo, y que habrá un Juicio.
«Hay mucha propensión en las almas mundanas a recordar las Misericordia del Señor. -y así se animan a seguir adelante en sus desvaríos.
Es verdad que Dios Nuestro Señor es infinitamente misericordioso, pero también es infinitamente justo: y hay un juicio, y Él es el Juez» (Camino, n. 747).
Dos puntos adelante, nos recuerda Camino que hay de verdad un castigo para los incontritos:
«Hay infierno. -Una afirmación que, para ti, tiene visos de perogrullada. -Te la voy a repetir: ¡hay infierno!
. Hazme tú eco, oportunamente, al oído de aquel compañero... y de aquel, otro» (Camino, n. 749).
Hoy día hay una preocupación muy grande por desarraigar este temor, que es considerado infantil, primitivo, traumático y hasta incivilizado. A los niños no se les debería hablar de pecado, ni de infierno, ni de culpa: pero sí de mal social, de condicionalismos del ambiente, de traumas psicológicos, de represiones que diluyen la noción de conciencia y de responsabilidad morales.