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SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA
JOAQUÍN, CONSOLADO POR EL ÁNGEL, VUELVE AL TEMPLO A OFRENDAR
A esa misma hora vi a Joaquín con sus rebaños en el Monte Hermón, más allá del Jordán. Imploraba a Dios con continuas oraciones que le escuchara. Cuando veía brincar los corderitos que balaban tan contentos alrededor de sus madres, se afligía mucho por no tener niños, pero no dijo a sus pastores la causa de su tristeza. Era la época de la Fiesta de las Cabañuelas, y él y sus pastores ya estaban construyendo las chozas de ramas.
Joaquín estaba rezando, perdida la esperanza de ir como de costumbre a la fiesta en Jerusalén a presentar sus ofrendas porque pensaba en la humillación que había sufrido allí, cuando se le apareció el ángel que le ordenó que viajara consolado al Templo, ya que su ofrenda sería aceptada, su oración escuchada, y encontraría a su esposa debajo de la Puerta Dorada.
{Joaquín se sentía temeroso de ir, pero el ángel le dijo que los sacerdotes ya tenían aviso de su visita.}
Entonces vi que Joaquín repartió alegremente una vez más su ganado en tres partes. ¡Cuánto ganado tenía y qué bonito era! Guardó la parte más pequeña para sí, otra mejor la envió a los esenios, y la más hermosa de todas la llevó al Templo con sus criados. Llegó a Jerusalén al cuarto día de la fiesta y entró en el Templo como hacía antes.
Ana también llegó a Jerusalén el cuarto día de la fiesta, y se alojó con los parientes de Zacarías junto al Mercado del Pescado; solo se encontró con Joaquín al final de la fiesta.
Vi que, aunque la vez anterior la ofrenda de Joaquín había sido rechazada por indicación de Lo Alto, a aquel sacerdote que en vez de consolarle le increpó con tanta dureza, le había caído no sé qué castigo divino por ello.
Sin embargo esta vez los sacerdotes tenían advertencias de Lo Alto de que aceptaran su ofrenda y vi que, cuando Joaquín anunció que llegaba con su ofrenda de animales, algunos de ellos salieron a su encuentro a recibir sus dones delante del Templo. El ganado que traía de regalo al Templo no era propiamente ofrenda; su ofrenda para el sacrificio consistía en dos corderitos y tres animalitos alegres, creo que cabritillos. Vi también que muchos hombres que le conocían le felicitaban porque su ofrenda fuera aceptada.
En el Templo todo estaba abierto y adornado con guirnaldas de hojas y frutas, y habían puesto una enramada en un sitio donde había ocho columnas exentas. Joaquín hizo el mismo recorrido que la vez anterior; su ofrenda fue sacrificada y quemada en el sitio de costumbre, pero parte de ella se quemó, sin embargo, en otro lugar; me parece que a la derecha del atrio donde estaba la gran cátedra³.
Los sacerdotes celebraron una ofrenda de perfumes en El Santo, encendieron lámparas, y también algunas luces del candelabro de los siete brazos, aunque no las siete a la vez. A menudo he visto que encendían distintos brazos del candelabro según las ocasiones.
JOAQUÍN EN EL ALTAR DE LOS PERFUMES
Cuando se alzó el humo del incienso vi caer un rayo de luz sobre el sacerdote que estaba sacrificando en El Santo, a la vez que sobre Joaquín, que estaba afuera en la sala. Se hizo una pausa en la celebración como causada por el estupor y el conocimiento sobrenatural. Dos sacerdotes salieron como por mandato divino a buscar a Joaquín a la sala y le llevaron por el camino de las cámaras laterales hasta el Dorado Altar de los Perfumes de El Santo. El sacerdote entonces puso algo en el Altar de los Perfumes; no me parecieron granos sueltos de incienso, sino más bien una masa compacta que ya no recuerdo en qué consistía4.
Esta masa se consumía con mucho humo y fragancia encima del Dorado Altar de los Perfumes y delante del velo del Santísimo. El sacerdote abandonó El Santo, y Joaquín se quedó solo. Mientras se consumía la ofrenda de incienso, le vi arrobado de rodillas con los brazos en cruz. {Permaneció encerrado en el Templo toda la noche, rezando con gran devoción.} Entonces se le acercó un ángel, una forma luminosa como la que más tarde se apareció a Zacarías con ocasión de la promesa del Bautista; el ángel habló a Joaquín y le dio una hoja en la que reconocí, escritos con letras luminosas, los tres nombres de Helia, Hanna, Miryam5.
En este último nombre vi la imagen de un Arca de la Alianza pequeña o un sagrarito. Joaquín se puso la hoja sobre el pecho, bajo la túnica. El ángel le dijo que su esterilidad ya no sería para él vergüenza sino gloria, pues por su medio, su esposa concebiría la cumbre de la bendición de Abraham, el fruto inmaculado de la bendición de Dios.
—EL PLAN DE LA SALVACIÓN EN LA BOLA DE LUZ
Como Joaquín no llegaba a comprenderlo, el ángel le llevó detrás de la cortina, lo bastante separada de la reja del Santísimo como para poder estar de pie, y se acercó al Arca de la Alianza, de la que me parece que sacó algo. Puso delante de Joaquín una bola reluciente o un disco luminoso y le ordenó que echara allí encima su aliento y que mirara6.
Con el aliento de Joaquín, en el círculo de luz se formaron toda clase de imágenes, y él las veía. Su aliento no había empañado el círculo, y el ángel le dijo que Ana concebiría su criatura tan limpia como su aliento había dejado a la bola.
Después vi que el ángel levantó la bola de luz, que era ahora como una circunferencia en el aire, y vi en ella como a través de un agujero una sucesión de cuadros sucesivos desde la caída en el pecado hasta la salvación de la Humanidad. Todo un mundo creció y se fue separando de la bola; lo supe y lo entendí todo pero ya no puedo repetirlo en detalle.
Arriba, en la cumbre más alta, vi a la Santísima Trinidad, y por debajo de ella y a un lado, el Paraíso, Adán y Eva, el pecado original, la Promesa de la Salvación con todas sus prefiguraciones, Noé, el Diluvio, el Arca, la Bendición recibida por Abraham, el traspaso de la Bendición de Abraham a su primogénito Isaac, y de Isaac a Jacob, y luego cómo el ángel se la quitó a Jacob cuando forcejearon y después cómo llegó la Bendición a José en Egipto, y cómo la Bendición se hizo de un grado superior en José y su mujer y luego cómo Moisés sustrajo de Egipto Lo Santo de la Bendición junto con las reliquias de José y de su mujer Asenet, y como el Santísimo del Arca de la Alianza se convirtió en la sede de Dios vivo en medio de su pueblo.
Luego vi el servicio a Lo Santo y la conducta del pueblo de Dios con él; las instrucciones y enlaces para desarrollar la estirpe santa, el linaje de la Santísima Virgen y todas las prefiguraciones y símbolos de la Virgen y del Salvador en la historia y en los profetas.
Todo aquello lo vi en símbolos que estaban alrededor así como arriba, abajo y dentro del círculo de luz. Vi grandes ciudades, torres, palacios, tronos, puertas, jardines, flores, y todo ello maravillosamente unido entre sí como con puentes de luz, y combatido y asaltado por bestias feroces y otras apariciones violentas. Todos estos cuadros presentaban cómo el linaje de la Santísima Virgen, en la que Dios quiso encarnarse y humanarse, fue conducido por la gracia de Dios a través de muchas tentaciones y combates, lo mismo que todos los santos.
También me acuerdo de haber visto en cierto punto de esta serie de cuadros un jardín rodeado por todas partes por un espeso seto de zarzas que en vano intentaban atravesar multitud de serpientes y bichos repulsivos. Vi también una torre firme asaltada por todas partes por guerreros, que se despeñaban desde ella al intentarlo. Vi muchos cuadros de este tipo que se referían a la historia de la Santísima Virgen y de sus antepasados. Los pasos y puentes que lo unían todo significaban la victoria sobre los obstáculos, estorbos e interrupciones de la salvación.
Era como si la misericordia de Dios hubiera introducido carne limpia y sangre purísima en la Humanidad como en un turbio torrente y que sus elementos dispersos tuvieran que reencontrarse con grandes trabajos y fatigas mientras la corriente entera trataba de incorporárselos y empañarlos. Finalmente, tras mucho enturbiar y purificar, y merced a las incontables gracias de Dios y a las fieles colaboraciones humanas, continuamente vertidas en nuevos torrentes, aquellos elementos dispersos se habían reunido y ahora surgía del torrente como la Virgen Santa en la que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Entre las imágenes que vi en la bola de luz había muchas que se nombran en la Letanía Lauretana de la Santísima Virgen, imágenes que siempre veo, entiendo y adoro con profunda devoción cada vez que rezo la letanía.
Y las imágenes de la bola siguieron desarrollándose hasta la plenitud de la misericordia de Dios con esta Humanidad sumida en infinita división y dispersión. Y las imágenes de la bola de luz se juntaron con la Jerusalén celestial al otro lado a los pies del Trono de Dios, enfrente del Paraíso7.
Cuando terminé de ver todos estos cuadros, desapareció la bola de luz, que en realidad no era más que una serie de imágenes dentro de un disco de luz, que salían de un punto y volvían a perderse en él.
Pienso que todo ello fue el conocimiento que el ángel le reveló a Joaquín en una visión que yo también vi. Siempre que veo una comunicación así, se aparece en un círculo de luz como una bola.