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26 septiembre 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1939. La nueva residencia de Jenner

La nueva residencia de Jenner
Onésimo Díaz, Posguerra
Tanto el testimonio de uno de los protagonistas de los hechos (Casciaro) como el análisis del historiador (Redondo) parecen coincidir en que, con el cambio de la residencia de la calle Ferraz a la de Jenner, se abría una nueva etapa en el desarrollo del Opus Dei, un periodo marcado por un contexto y unas circunstancias históricas distintas. No obstante, en él se continuaba el trabajo apostólico del fundador con estudiantes universitarios dispuestos a convivir en un ambiente cristiano y plural. Además del primer centro del Opus Dei abierto en Madrid, el fundador contaba con la presencia de un grupo pequeño de jóvenes en Valencia y un universitario en Palma de Mallorca (Orlandis), que habían asistido a los dos ejercicios espirituales en Burjasot.
Como José́ Orlandis vivía en Mallorca, donde no había ninguna otra persona del Opus Dei, recibía frecuentes cartas del fundador. Cariñosamente y con sentido del humor, el fundador llamaba “monigote" al joven balear en su correspondencia.
En el diario de Jenner —escrito por la pluma de Portillo en las primeras El fundador del Opus Dei solicitó al obispo de Madrid-Alcalá, Mons. Leopoldo Eijo, la confirmación del permiso, ya concedido a la capilla de la antigua residencia de Ferraz, de po¬der celebrar diariamente la Misa y las funciones sagradas autorizadas, y reservar el Santísimo Sacramento en el sagrario. La mesa del altar era de madera y tenía seis candeleras de hierro, con pie en forma de cruz. A modo de retablo se colocó un crucifijo. Por otra parte, en la tercera planta se habilitaron una pequeña biblioteca, una salita de recibir y la zona propiamente de residencia con las habitaciones, con camas y armarios para una veintena de universitarios. En cada habitación se colgó una imagen de la Virgen.
En la primera planta se instalaron la madre y los hermanos del fundador en dos habitaciones en el piso de la izquierda. Tenía su propia entrada, e incluía la cocina y dos comedores, uno de la residencia pegado a la cocina y otro, más pequeño, para la familia Escrivá. En esta zona se situó también la habitación del fundador. Su madre y su hermana se encargaron de las labores domésticas de la residencia, dando ambiente de familia, hasta el punto de que enseguida comenzaron a llamarlas “la abuela” y “tía Carmen”. Gracias a las dos mujeres el ambiente de Jenner resultaba más familiar que el que se había conseguido en DYA. En los primeros meses contaron con la ayuda de una cocinera y varias empleadas del hogar. Así, poco a poco, la casa se iba arreglando como un hogar acogedor.
La tercera planta, que incluía la sala de estar, el oratorio y las habitaciones de los residentes, se terminó de acondicio¬nar a principios de octubre, mientras que en la primera planta faltaban puertas, ventanas y otras cosas. En la pared del vestíbulo de entrada se decidió colocar un mapamundi de grandes dimensiones.
ONÉSIMO DÍAZ