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9 julio 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1974. El Padre en Chile

El Padre en Chile

Nuestro Señor Jesucristo -repite con insistencia- está realmente, verdaderamente, sustancialmente presente, oculto en la Hostia Santa, con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad.
No es difícil darse cuenta de que los consejos del Padre son los de un confesor experimentado, lleno de sentido común y de sentido sobrenatural. Lo cual, a veces, hace reír, porque lo que dice está lleno de gracejo. Así, por ejemplo, cuando aconseja a las mujeres que se arreglen y se preocupen, sobre todo con los años, de remozar un poco la fachada,-, utilizando los cosméticos previstos al efecto. Será un gesto de caridad para todos y un medio de parecer más jóvenes ante sus maridos.
Utilizando el lenguaje con prudencia, sobre todo cuando hay niños delante, el Padre, como en todas partes, recuerda con claridad a las parejas la doctrina de la Iglesia sobre ciertos puntos clave de la moral conyugal, exhortándoles a no cegar las fuentes de la vida, pues eso les llevaría a dejar de ser cónyuges para convertirse en cómplices... Además, cada hijo trae un pan debajo del brazo, dicho de su país que le gusta repetir, porque tiene mucho de verdad.
En cuanto al aborto no duda en decir que es un crimen, recalcando cada sílaba para que quede más claro.
Con todo, las consideraciones del Padre adquieren un matiz concreto en cada nación de América, como si captase inmediatamente sus características propias. En Brasil, por ejemplo, país de dimensiones continentales, donde todas las razas se mezclan y confunden, anima a sus oyentes a prepararse para dispersarse por el mundo entero; a rezar y a trabajar por el apostolado que deberán realizar en el Brasil y desde el Brasil.
En Argentina, a partir del 7 de junio, hace una invitación parecida, evocando las vastas llanuras de la Pampa, y en Chile, recién salido de las convulsiones políticas que lo han agitado, pide a quienes le escuchan, entre el 28 de junio y el 9 de julio, que no sean cristianos pasivos, que amen a la Iglesia, que sean buenos ciudadanos de su país, que quieran bien a todos sus compatriotas; ¡sin ninguna excepción de ninguna clase! Que tengáis el corazón muy grande para ver con afecto, insisto, a todo el mundo.
FRANÇOIS GONDRAND