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16 julio 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1932. Muere don José María Somoano

Muere don José María Somoano

Muerte de D. José María Somoano, sacerdote (probablemente envenenado), después de dos días de agonía. Fue ordenado sacerdote en 1927 y en 1931 ejercía ya el cargo de capellán en el Hospital del Rey (también conocido como Hospital Nacional de Enfermedades Infecciosas). Había pedido la admisión el 2-I-1932.
Al Padre le dolió mucho su muerte, pero tenía la convicción de que había muerto santamente -mártir-, y que desde el Cielo ayudaría mejor a la Obra. El Fundador escribió en sus Apuntes Intimos el día que enterraron a don José María: "Día 18 de julio de 1932: El Señor se ha llevado a uno de los nuestros: José María Somoano, sacerdote admirable. Murió, víctima de la caridad, en el Hospital del Rey (de donde ha sido capellán hasta el fin, a pesar de todas las furias laicas) en la noche de la fiesta de N. Sra. del Carmen -de quien era devotísimo, vistiendo su santo escapulario-, y, como esta fiesta se celebró en sábado, es seguro que esa misma noche gozaría de Dios. Hermosa alma. Su vida de celo le hizo ganarse las simpatías de cuantos convivieron con él. Hoy de buena gana le he dado a Jesús este socio. Está con El y será una gran ayuda. Tenía puestas muchas esperanzas en su carácter, recto y enérgico: Dios lo ha querido para El: bendito sea".
Escribió el Padre en una nota necrológica: "Sacerdote admirable, su vida, corta y fecunda, era un fruto maduro que el Señor quiso para el Cielo. El pensamiento de que hubiera sacerdotes que se atreven a subir al Altar menos dispuesto, le hacía derramar lágrimas de reparación. Antes de conocer la Obra de Dios, luego de los incendios sacrílegos de Mayo, al iniciarse la persecución (en España) con decretos oficiales, fue sorprendido en la Capilla del Hospital del que fue capellán, ofreciéndose a Jesús, en voz alta, como víctima por esta pobre España. Nuestro Señor Jesús aceptó el holocausto y, con una doble predilección, predilección por la Obra de Dios y por José María, nos lo envió (...) para que la Obra tuviera junto a la Trinidad Beatísima y junto a María Inmaculada quien de continuo se preocupe de nosotros. ¡Con qué entusiasmo oyó, en nuestra última reunión sacerdotal, el lunes anterior a su muerte, los proyectos del comienzo de nuestra acción! Yo sé que harán mucha fuerza sus instancias en el Corazón Miseridordioso de Jesús, cuando pida por nosotros y que obtendremos las gracias abundantes que hemos de necesitar para cumplir la Voluntad de Dios" (+ 16-julio-1932).
Con la muerte de don José María, el Padre se sintió impulsado a cubrir el hueco que dejaba en la Capellanía del Hospital del Rey. Y cuenta sor Engracia Echevarría, superiora de las religiosas que atendían el hospital: "se presentó ante mí don Josemaría Escriva´, por entonces era un joven sacerdote que apenas contaría con treinta años de edad, y me dijo que no me apurase por no tener ya Capellán oficial. Que de noche y de día, y a cualquier hora que fuese, y bajo mi responsabilidad, debía llamarle según fuera la gravedad del enfermo que pedía los sacramentos". El Padre -que era Capellán del Patronato de Santa Isabel- tuvo que hacer un hueco en su horario, que era bastante más que apretado, para poder atender el hospital que, además, le requería cruzar Madrid de norte a sur y caminar un poco por el campo, y, en aquella época, como san Josemaría iba vestido siempre de sotana, se exponía constantemente a insultos y pedradas.
Dentro del hospital, se veía expuesto al contagio de los enfermos infecciosos. Para confesar en aquellas salas comunes era necesario estar con el oído pecado cerca de la almohada, sufriendo el estertor cargado de los moribundos, y los esputos y las toses de los tuberculosos.
Al aumentar los penitentes y alargarse las visitas, el Padre se vio obligado a ir a confesar también los sábados. A partir de entonces, casi todos los domingos y los días de fiesta celebraba la Misa y predicaba la homilía para todo el hospital. Fue en este hospital donde conoció a María Ignacia García, que fue la primera vocación de expiación. No fue éste el único hospital en el que se dedicó a atender a los enfermos. Dedicó mucho tiempo al Hospital General, al Hospital del Rey (de incurables), al Hospital de la Princesa.
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