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5 mayo 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1936. Relación con las religiosas

Relación con las religiosas

El 5 de mayo de 1936 las dos comunidades [citadas abajo] tendrán que abandonar el Patronato por orden del Presidente del Gobierno. Habrán de refugiarse en diversas casas de Madrid o salir, en un verdadero exilio, por las provincias de España. Algunas consiguen pasar la frontera y permanecer, durante los tres años que se mantiene la contienda, en el extranjero. Al estallar la guerra, estos edificios soportan muchas vicisitudes: el convento de las Agustinas Recoletas, con todo su patrimonio artístico, arde por determinación del Frente Popular; un tercio del Colegio de la Asunción también queda destruido. El resto permanece en pie y es utilizado como acuartelamiento y oficinas.
Cuando termine el conflicto bélico en España, en 1939, don Josemaría prestará su colaboración para que las dos comunidades de religiosas puedan instalarse de nuevo en los edificios de Santa Isabel y reemprendan las actividades que les son propias.
No es de extrañar que las Agustinas repitan, con frecuencia, que tienen una deuda de agradecimiento con don Josemaría, y que las oraciones de esta comunidad contemplativa acompañen las actividades de la Obra en su caminar por los senderos de la tierra.
Este cariño a las comunidades religiosas es connatural a todos los miembros del Opus Dei, porque su Fundador lo llevó en el alma, durante el quehacer apostólico de su vida.
En 1967 lo afirma en una entrevista concedida a Jacques Guillemé Brúlon, redactor de «Le Figaro» de París, recogida en la publicación «Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer»:
«Aunque ni somos religiosos, ni nos parecemos a los religiosos, ni hay autoridad en el mundo que pueda obligarnos a serlo, en el Opus Dei veneramos y amamos al estado religioso. Rezo cada día para que todos los venerables religiosos continúen ofreciendo a la Iglesia frutos de virtudes, de obras apostólicas y de santidad».
Y a “Enrico Zuppi y Antonino Fugardi, de «L'Osservatore della Domenica»” (Ciudad del Vaticano):
«El camino de la vocación religiosa me parece bendito y necesario en la Iglesia, y no tendría el espíritu de la Obra el que no lo estimara. Pero ese camino no es el mío, ni el de los miembros del Opus Dei (...). La característica específica nuestra, es santificar el propio estado en el mundo, y santificarse cada uno de los miembros en el lugar de su encuentro con Cristo: éste es el compromiso que asume cada miembro, para realizar los fines del Opus Dei».
ANA SASTRE