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23 mayo 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1964. Su defensa de la Iglesia

Su defensa de la Iglesia

El caso es que, en su acostumbrado programa de conducta a la hora de la contradicción (callar, rezar, trabajar y sonreír), sustituyó la recomendación del silencio por la proclamación de la verdad, asumiendo la defensa del honor de Dios, de su Iglesia y del Romano Pontífice. Y luego la puso inmediatamente en práctica.
Este cambio de comportamiento, valiente y caritativo a la vez, responde al propósito firme del Fundador de no tolerar infamias contra Dios y sus servidores. Caso distinto eran las injurias hechas a él personalmente, que estaba dispuesto a seguir aguantando como antes.
La decisión de hablar claro se refleja en la correspondencia de aquellos días. En efecto, el 23 de mayo de 1964 escribía a S.A.R. don Francisco Javier de Borbón-Parma:
Alteza,
He recibido sus afectuosas líneas y, con mucho gusto, voy a ponerle esta carta, para decirle que no debe V. A. darme las gracias porque no he hecho otra cosa que cumplir con mi deber de sacerdote, que me hace servir a todas las almas sin tener presente ninguna otra consideración, y menos si es temporal o política —como he dicho de viva voz a V. A.—, cosa bien lejana de nuestra Obra, que es sólo y exclusivamente espiritual y apostólica [...].
Siento de veras esos inmerecidos ataques que, en Holanda, hacen a la Princesa; a nosotros, contra nosotros —sin ningún motivo razonable— hay en ese país, que yo amo, una continuada campaña de calumnias groseras y de insultos inauditos, que ofrecemos a Dios con alegría por aquellas buenas almas y por nuestra santificación. Omnia in bonum!
Pero lo cortés no quita lo valiente. A la carta acompañaba una nota, también para don Francisco Javier de Borbón-Parma, también con fecha 23 de mayo. Decía así:
Me llama poderosamente la atención, aunque soy muy amigo de la libertad política y muy respetuoso con lo que piensan todos, que en la reunión de Montejurra no haya habido más que unas cuantas pancartas en las que se insultaba a unos hijos míos que, en uso de su libertad, piensan honradamente como les da la gana. Sobre todo, cuando en España son tantas las personas que no coinciden con los carlistas. Renuevo mi maravilla, y no puedo entender esa predilección. Respeto, sin embargo, la libertad disgustosa de esos señores de Montejurra, y no presento ninguna queja.
Sin embargo, llegó a mis manos una hoja que se llama "Boina Roja" —sin pie de imprenta, pero con contenido carlista—, n. 89, año 12, con un artículo titulado "A los españoles", y firmado por "Unos excombatientes", en donde se ataca calumniosamente a la Obra. No lo puedo tolerar: y me avergüenza que personas que pertenecen a la llamada Comunión carlista se presten a difamaciones de este estilo. Espero que, como es de justicia cristiana, los jefes de la organización evitarán sucesos como el que lamento. Si estos hechos se repiten, tendré que tomar mis determinaciones, ya que no se trata de una infamia contra mí, que estoy siempre dispuesto a soportar en silencio, sino de una infamia contra Dios Nuestro Señor y los que, consagrándole sus vidas, le sirven.
VAZQUEZ DE PRADA