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Los sucesos de Barcelona
Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei
José Orlandis, otro miembro de la Obra, entonces de paso por Barcelona, porque tenía a su padre convaleciente en un hospital, da actualidad al relato. En carta al Padre, del 21 de mayo de 1941, describe al vivo el comportamiento de la gente de la Obra y las angustias sembradas de rebato en el seno de las familias:
«Viven aquello que escribía Vd. desde Lérida, que prohibía hasta los pensamientos faltos de caridad. Y, al referirse a aquellos Padres de la Compañía que más directamente han actuado contra la Obra —que les han expulsado de la Congregación, que han hecho que se les haya señalado en público como masones o cosa parecida y que, en algunos casos, sus mismas madres y hermanos les lloren como herejes que caminan infaliblemente hacia su perdición—, al referirse a esos Padres, como le decía, hablan de ellos con cariño, que en la voz se ve que no tiene nada de fingido, y disculpan su proceder diciendo que obran movidos por su celo y persuadidos de que lo que hacen está bien hecho.
Y lo que le digo de que los mismos de su familia les tengan por herejes no es una exageración. Rafa Escolá está sufriendo enormemente. "¿Sabes lo que es —me decía ayer— el que en casa mi madre y mis cinco hermanos me miren como un hereje que va hacia su perdición? En todo el día no me quitan los ojos de encima y están tratando de estudiar hasta mis menores movimientos: todo en mí les parece sospechoso; si me vieran triste, dirían: es natural, estás triste porque te das cuenta del mal camino que llevas; como me ven lleno de alegría y paz, encuentran esto mucho peor: ya no tiene remedio —dicen—, no hay esperanzas de que retroceda, el mal ha echado raíces en él y debe ser ya un hereje empedernido; y mi madre no puede hablarme ni verme sin que se le llenen los ojos de lágrimas; y sobre todo se ha interpuesto entre nosotros una especie de hielo..." Y la reacción de Rafa ante el dolor y el sufrimiento es sencillamente admirable: "Soy feliz de poderlo ofrecer a Dios por la Obra, y esto hace que en medio de esas pruebas sienta una alegría muy grande de que el Señor permita que sufra un poco por Él".
Y este mismo espíritu de Rafa es el que tienen todos».
Pronto se añadió, a todo esto, el reparto de hojas en círculos eclesiásticos, panfletos anónimos llenos de acusaciones falsas a la persona del Fundador y a la Obra. Al duro golpe que para él suponía la reciente pérdida de la madre, cuando creía que hacía mucha falta a sus hijas espirituales, se añadían nuevos males. Noticias diarias: todas agresivas, todas malas. Eran los días en que se desahogaba con Álvaro del Portillo: hijo mío, ¿desde dónde nos insultarán hoy?, le decía a primera hora de la mañana.