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Compromiso de Isidoro
Hoy en día no se puede hacer un compromiso definitivo con Dios en el Opus Dei hasta que hayan transcurrido, al menos, seis años y medio desde que se pidió pertenecer a la Obra. Pero en esta época el Opus Dei necesitaba con urgencia de personas completamente dedicadas a su desarrollo. Escrivá juzgó que la madurez humana y espiritual de esos jóvenes, las circunstancias de entonces y las gracias especiales que Dios concede en el periodo fundacional justificaban plenamente que se incorporaran definitivamente al Opus Dei en esos momentos. Vallespín, Vargas y González Barredo así lo hicieron el 19 de marzo de 1935. La sencilla ceremonia tuvo lugar ante la cruz de madera sin crucifijo en el oratorio de la academia DYA. Zorzano no pudo acudir a Madrid en esa fecha y tuvo que retrasar su incorporación definitiva hasta el 18 de abril de ese mismo año.
Escrivá explicó que la incorporación definitiva al Opus Dei implicaba “dedicar la vida para siempre a la Obra”213. Después de que ellos se comprometieran de forma permanente con Dios en el Opus Dei, Escrivá les preguntaba: “Tú, si el Señor dispusiera de mi vida antes de que la Obra tenga las necesarias aprobaciones canónicas, que le den estabilidad, ¿seguirías trabajando por sacar la Obra adelante, aun a costa de tu hacienda, y de tu honor, y de tu actividad profesional, poniendo, en una palabra, toda tu vida en el servicio de Dios en su Obra?".
La pregunta y el firme sí con que respondieron dan cuenta de la seriedad del compromiso que contraían. Hacía falta una gran fe para dedicarse, en celibato apostólico, a algo que todavía no existía a los ojos de la Iglesia y de la sociedad civil: de momento, lo único que podían enseñar era una pequeña academia-residencia financieramente inestable y un sacerdote de treinta y tres años, sin dinero, que les aseguraba que la empresa en la que se habían metido era Obra de Dios y estaba destinada a llevar el mensaje de la llamada universal a la santidad a hombres y mujeres de todo el mundo. Ese mensaje parecía una locura a la mayoría de la gente. Y a quienes no se lo parecía, con frecuencia tampoco lo entendían y confundían el Opus Dei con una nueva forma de vida religiosa. Los miembros de la Obra se comprometían a algo que claramente iba a exigir de ellos mucha oración y trabajo antes de encontrar su lugar en la Iglesia.
JOHN F. COVERDALE