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Pedro Casciaro llega a Burgos
Al fin me destinaron a Burgos. Paco había conseguido también que lo trasladaran a esa ciudad, y el 8 de marzo de 1938 pude irme a vivir con el Padre, con José María y con Paco, a la habitación que ocupaban -una sola para todos- en una pensión de la calle Santa Clara. Esta pensión estaba situada en un pequeño chalet, que ha desaparecido ya, que se encontraba muy cerca de la vía del tren. Desde una ventana se contemplaba la sobria fachada de la Casa-asilo de las Hermanitas de los Pobres, con unos decorativos blasones arzobispales esculpidos en piedra.
Mi destino en Burgos era la M.I.R., iniciales de la Dirección General de Movilización, Instrucción y Recuperación. Cuando se enteraron los jefes militares que tenía casi terminada la licenciatura en Ciencias Exactas me adscribieron al Gabinete de Cifra, dependiente de la Secretaría del General Orgaz, y me encargaron de cifrar y descifrar los telegramas que se enviaban y recibían en clave.
Allí conocí a Pedro de Ybarra Mac-Mahon, un soldado joven, más bien flaco y con gafas de concha, rubio, que destacaba por su educación y su simpatía. Pedro me puso al corriente de mi nuevo trabajo, y así nació entre los dos una larga amistad que ha durado toda la vida y que en aquellos momentos me ayudó mucho a sobrellevar las horas interminables que pasábamos diariamente en la Secretaría.
PEDRO CASCIARO