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Primera misa en el oratorio de Ferraz
El 13 de marzo de 1935 Escrivá envió una petición al obispo de Madrid, en la que explicaba las actividades formativas de la residencia y solicitaba la autorización necesaria para la instalación de un oratorio semipúblico donde se pudiera celebrar Misa y tener reservado al Santísimo. Esperaba celebrar Misa en el oratorio de DYA por primera vez el domingo 31 de marzo de 1935, pero todavía carecían de algunos objetos imprescindibles. Hacia final de mes un hombre barbado de aire distinguido, que llevaba una capa española pasada de moda, entregó, de forma anónima, un paquete que contenía todo lo que necesitaban. Escrivá comentó que el benefactor podría ser un amigo suyo, Alejandro Guzmán, pero los residentes dijeron, medio en broma medio en serio, que debían de haber sido san Nicolás o san José. Mencionaron a san José porque el Padre les había pedido que le rezaran continuamente pidiéndole el don del pan Eucarístico, prefigurado en el Antiguo Testamento por el pan que José distribuyó a los egipcios, a las órdenes del faraón.
El 31 de marzo de 1935, Escrivá celebró la Misa en la residencia. Por primera vez Jesús se quedaba en el sagrario de un centro del Opus Dei. Aunque a Escrivá le entristecía la pobreza del sagrario y de los vasos sagrados, estaba lleno de alegría por tener a Jesucristo en el centro. Animaba a los miembros de la Obra, a los residentes y a los alumnos que acudían a las clases de la academia a hacer compañía a Jesús: “El Señor jamás deberá sentirse aquí solo y olvidado; si en algunas iglesias a veces lo está, en esta casa donde viven tantos estudiantes y que frecuenta tanta gente joven, se sentirá contento rodeado por la piedad de todos, acompañado por todos. Tú, ayúdame a hacerle compañía”.
Unas semanas después escribía al vicario general de Madrid: “Desde que tenemos a Jesús en el Sagrario de esta casa, se nota extraordinariamente: venir Él, y aumentar la extensión y la intensidad de nuestro trabajo”.
JOHN F. COVERDALE