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Predica los ejercicios espirituales a Franco
Entre las muchas noticias recogidas en la famosa carta de marzo de 1946 —escrita a trocitos y de composición accidentada— hay unas palabras que acaso se deslicen inadvertidas entre el curso tumultuoso de los sucesos. Y son éstas: Me han encargado —escribe don Josemaría con fecha 26 de marzo— que dé ejercicios al jefe de Jesús, durante la Semana de Pasión. Veremos qué sale.
El me han encargado es una discreta alusión a la autoridad de don Leopoldo, que preparó los ejercicios espirituales que don Josemaría dio en el palacio de El Pardo a Franco y a su esposa, del 7 al 12 de abril de 1946. Salen a relucir aquellos ejercicios, con ocasión de una anécdota desconectada ya de los sucesos y circunstancias del pasado. En 1946, España vivía una paz muy frágil, amenazada por presiones del exterior. Ante el riesgo de nuevos conflictos, la nación cerró filas, a la defensiva, colocándose al lado de los poderes constituidos, y buena parte de todos los ambientes significativos prodigaba alabanzas y elogios a la figura del Jefe del Estado.
Y sucedió uno de aquellos días que el sacerdote preguntó a Franco:
— ¿Es que no ha pensado nunca, Excelencia, en que puede morirse en cualquier momento?
Pasaron unos días y, charlando don Josemaría con don Leopoldo, salió a relucir la conversación con Franco y don Leopoldo le interrumpió:
«Usted no hará jamás carrera».
VÁZQUEZ DE PRADA