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24 febrero 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1938. Intranquilidad por sus hijos

Intranquilidad por sus hijos

Ahora que residía en Burgos, con un abismo infranqueable entre zona y zona, su cariño se encargaba de agigantarle las desdichas. Cuando Isidoro escribía: «la abuela y los tíos continúan perfectamente; están pasando muy bien el invierno», el Padre pensaba entre líneas: cómo lo pasarán, si hace ocho meses se carecía de todo. En cualquier caso, aunque se representara imaginativamente escaseces y adversidades, mal podía enterarse de la cruda verdad que, naturalmente, le ocultaban en las cartas. El invierno de 1938 en Madrid fue rigurosísimo: con un frío terrible y falto de comestible y combustible; «tengo tal cosecha de sabañones —escribe Isidoro a otra persona en zona roja— que apenas puedo coger el lápiz».
El Padre estaba en todo y llevaba cuenta puntual y matemática de la correspondencia. El 24 de febrero le contaba a Juan Jiménez Vargas: De Madrid, hemos recibido siete cartas. Y les hemos enviado dieciocho. El recibir noticias, sin dejar de ser un gran consuelo, también podía resultar un suplicio, al tener que aguardar impacientemente la contestación, siempre con la sospecha de extravíos o el temor a la censura. Sobre este punto, pedir al Padre que tomase las cosas con filosofía era pedir peras al olmo. Eso no entraba en su naturaleza. Claramente se lo dice a Juan en carta del 27 de marzo:
De Madrid —¡pobres hijos!— espero que sepamos algo un día de éstos. Yo les mandé una, por S. Juan de Luz, el 18; y otra, también vía Marqués de Embid, el 26. Me dan mucha pena. Tú me conoces más que nadie, y sabes bien que soy... excesivo. El Señor no me lo tendrá en cuenta.
(Retengamos ese modo de ser excesivo, en los sentimientos paternales, con que se califica a sí mismo el Fundador).
VÁZQUEZ DE PRADA