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16 noviembre 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1937. Por fin inician el Paso de los Pirineos

Por fin inician el Paso de los Pirineos

Unos días antes han comprado seis impermeables baratos y fáciles de plegar. Logran -¡al fin!- establecer los enlaces. Parece que están en buenas manos y ya sólo queda esperar la señal de partida para la fecha que juzguen adecuada. El 16 de noviembre reciben instrucciones concretas: la marcha dará comienzo el 19(3). Ese día subirán al autobús que cubre el recorrido Barcelona-Seo de Urgel. El Padre lleva pantalones de pana ceñidos en los tobillos, camisa y jersey de algodón azul marino y una boina negra. Le han conseguido unas botas de badana color castaño que son de mala calidad, pero que tal vez faciliten la larga andadura por el bosque. El resto va calzado con alpargatas. Sólo el profesor Albareda tiene botas con suela de crepé, que adquirió en Alemania para sus excursiones científicas por la montaña. Unas cuantas bolsas y mochilas encierran el escasísimo equipaje. Una lleva el cargamento más preciado: una copa y un pequeño plato de cristal, una botella con vino para celebrar la Santa Misa, dos corporales y purificadores, así como un cuaderno manuscrito con las oraciones litúrgicas del Misal.
Ninguno está en condiciones físicas de emprender esta penosa e incierta marcha, y el Padre menos que nadie. Aún no se ha recuperado totalmente del último ataque de reúma que ha sufrido. En previsión de su posible falta de fuerzas, Juan se ha provisto de una bota de vino al que añade una gran cantidad de azúcar. Así espera poder combatir, momentáneamente, el agotamiento muscular, si es que llega a presentarse.
Los mayores pueden viajar hasta Oliana, más seguros por su documentación y por la edad, que les hace aparecer menos sospechosos; pero los que están en edad militar han de bajarse del autobús antes del control de Basella, que es muy riguroso. Por eso, Pedro, Paco y Miguel dejarán este medio de locomoción en Sanahuja y llegarán andando hasta la primera casa de refugio, que es un pajar junto a Peramola. Todo se lleva a cabo según el plan previsto. El primer grupo ha llegado ya al pajar de Peramola y espera impaciente a los más jóvenes. Este segundo grupo debe llegar hacia la medianoche. Pero pasan las horas y no aparecen. La quietud en el pajar es total, pero en vigilia. Los ratones corren a placer por entre los visitantes. No tienen más remedio que partir al amanecer. Don Josemaría deja una carta para los muchachos: está impaciente por reunirse con ellos. Un par de horas después llegarán a la masía de Vilaró. Veinticuatro horas más tarde les da alcance ¡al fin! El segundo grupo. Y así conocen su aventura. Al bajarse del autobús en Sanahuja llevan una consigna: buscar a un hombre que tiene un paraguas en la mano; decir la palabra «Pallarés», y seguir andando. Pero al llegar, el tiempo es lluvioso... ¡todo el mundo lleva paraguas!... Al fin, el propio guía les localiza. Pero luego se pierden todos en el bosque, y darán vueltas hasta encontrar el buen camino. Felizmente, el 21 de noviembre les reúne a todos en la Masía Vilaró.
ANA SASTRE