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13 noviembre 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1969. Problemas para la creación de la Facultad de Teología de Navarra

Problemas para la creación de la Facultad de Teología de Navarra

El confusionismo doctrinal en que se había caído era prueba, más que evidente, de la necesidad de que los cristianos adquiriesen una formación religiosa sólida y científica. A ojos del Gran Canciller de la Universidad de Navarra era preciso erigir, cuanto antes, la Facultad de Teología, integrada con los demás Departamentos y Facultades existentes, porque un hombre que carezca de formación religiosa no está completamente formado. Por eso la religión debe estar presente en la Universidad; y ha de enseñarse a un nivel superior, científico, de buena teología. Una Universidad de la que la religión esté ausente, es una Universidad incompleta: porque ignora una dimensión fundamental de la persona humana, que no excluye —sino que exige— las demás dimensiones.
La urgencia del Gran Canciller por inaugurar una Facultad de Teología se iba convirtiendo en pesadilla. Todo esfuerzo tropezaba con indefinibles obstáculos que demoraban sus propósitos. Más de un año llevaba así. Por entonces todos los obispos de España estaban al cabo de la calle acerca de quién era la persona que con su influjo e informes se oponía al deseo, repetidamente expresado a la Santa Sede, de erigir una Facultad de Teología en Pamplona. Al escribir a Mons. Dell’Acqua, el Fundador apunta, muy veladamente, al causante de las obstrucciones: una determinada persona cuyo comportamiento no parece razonable.
En vista, pues, de que las respuestas de la Sagrada Congregación no acababan de ser definitivas, antes bien, alargaban las gestiones, exigiendo información suplementaria o poniendo nuevas condiciones a cumplir, el Gran Canciller pensó en otra solución. ¿Por qué no obtener una autorización ad experimentum, y poder comenzar así los cursos de estudios teológicos? Solución provisional, desde luego, pero que no significaba la renuncia a conseguir cuanto antes una Facultad. Don Álvaro, siguiendo las indicaciones del Padre, en carta del 31 de marzo de 1967, proponía a Mons. Garrone la erección ad experimentum. Pasados dos meses sin recibir contestación, volvió a insistir sobre el asunto, porque se acercaban las vacaciones de verano y había que hacer imprescindibles preparativos.
Llegó, por fin, la ansiada respuesta de la Sagrada Congregación, en carta del 19 de junio, firmada por el Cardenal Pizzardo. Estaba muy sabiamente redactada y, sin pronunciarse resolutivamente sobre el fondo de la cuestión, dejaba entreabierta la puerta para comenzar los cursos de Teología y, en el momento oportuno, estudiar la posible erección canónica de la Facultad. Pero, a renglón seguido de estas explicaciones, venía una frase un tanto sibilina: «Hay que añadir que delicadas circunstancias de incidencia local nos aconsejan no pronunciarnos siquiera sobre el comienzo oficial de la Facultad». De todos modos, a la discreción del Gran Canciller se dejaba la conveniencia, o no, de comenzar los cursos, premisa indispensable para una ulterior erección de la Facultad de Teología.
Pronto descubrió el Fundador el sentido de aquellas misteriosas líneas sobre «delicadas circunstancias de incidencia local», que hacían referencia a los manejos calumniosos a sus espaldas. En efecto, unos cuantos sacerdotes de la diócesis habían acusado ante la Santa Sede al Arzobispo de Pamplona por haber cedido, sin consultar al Cabildo, unos bienes de la Iglesia a la Universidad de Navarra. En carta de don Álvaro del Portillo al Cardenal Garrone, en agosto de 1967, se deshace la falsedad de la doble acusación al Prelado y a las autoridades universitarias: «me permito el notificarle una vez más —escribe don Álvaro— que jamás se ha pedido ni recibido para la Universidad de Navarra ni una peseta ni un metro cuadrado de terreno del Excelentísimo Arzobispo de Pamplona».
Todo hacía presumir que se había removido el último obstáculo de tan accidentada historia; pero no fue así. Para abreviar diremos que el decreto de erección canónica de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra no vino a manos del Gran Canciller hasta el 13 de noviembre de 1969.
VÁZQUEZ DE PRADA