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22 octubre 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1968. De peregrinación a santuarios marianos

De peregrinación a santuarios marianos

El 16 de octubre se acerca a Ávila, ciudad amurallada donde naciera Teresa de Jesús, y vuelve a la ermita de Sonsoles. Viene de nuevo a su memoria aquella romería que hizo en 1935:
«No era una romería tal como se entiende habitualmente. No era ruidosa ni masiva: íbamos tres personas. Respeto y amo esas otras manifestaciones públicas de piedad, pero personalmente prefiero intentar ofrecer a María el mismo cariño y el mismo entusiasmo, con visitas personales, o en pequeños grupos, con sabor de intimidad».
Cinco días más tarde, pasa por Vitoria y reza ante la Virgen Blanca, que preside la Catedral en su hornacina de jaspe. El 22 de octubre cruza la frontera francesa y saluda también a la Virgen del Santuario de Lourdes.
De regreso a Roma, Monseñor Escrivá de Balaguer tendrá presentes a cuantos intentan olvidar el cariño a María como si se tratara de algo trasnochado, pasado de fecha.
«Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios Hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia. Es Dios quien nos ha dado a María, y no tenemos derecho a rechazarla, sino que hemos de acudir a Ella con amor y con alegría de hijos».
Para entender el Rosario en definitiva se requiere ser pequeño. Y «ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños..., rezar como rezan los niños».
Por eso, el Fundador de la Obra, que mantiene intactos su candor y su esperanza, saca el rosario en los lugares públicos y en los olvidados; en las grandes basílicas y en las ermitas perdidas junto a la montaña. Y reza, con la emoción de quien repite un nombre amado, con la reiteración de quien desgasta una frase feliz mil veces repetida.
Desde el Concilio de Efeso, que proclamó solemnemente la Maternidad divina de María, los Santuarios se multiplican en Oriente y Occidente; los imagineros populares esculpen su afecto en multitud de advocaciones. Y este reguero de cariño es el que busca el Fundador de la Obra en sus viajes.
ANA SASTRE