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Vivir heroicamente la prudencia
San Josemaría cambia de refugio, durante la guerra, para evitar ser encontrado, y le ofrecen la llave de un departamento donde no vive más que la empleada doméstica, muchacha joven. Responde al que le ofrece la llave -José María González Barredo-: "Hijo mío, ¿no te das cuenta de que soy sacerdote y de que, con la guerra todo el mundo está con los nervios rotos?. No puedo ni quiero quedarme encerrado con una mujer joven día y noche. Tengo un compromiso con Dios, que está por encima de todo. Preferiría morir antes que ofender a Dios, antes de faltar a este compromiso de amor". Y tira la llave del departamento en una alcantarilla.
Don Álvaro comentaba en una tertulia en junio de 1976: "Se acercó al agujero y la tiró. A eso se llama huir de las ocasiones y vivir heroicamente la prudencia. De una parte, el Padre no estaba dispuesto a librarse personalmente, y dejarnos a los demás en el peligro: esto tiene una historia más larga, que ya se escribirá. De otra, fiajos en el ejemplo de fortaleza también heroica, que nos dio".
Se entera ese mismo día que han fusilado a don Lino Vea Murguía y a don Pedro Poveda, muy amigos del Padre. Y contaba don Álvaro: "Nada más saludarme, se echó a llorar. Padre, ¿porqué llora?. Fue un momento muy duro para mí -continúa don Álvaro- ver ese dolor del Padre. Como el Fundador estaba muy metido en Dios, era también muy humano, y quería de veras a sus amigos. Lloró y se desahogó conmigo".
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