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10 octubre 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1972. Dos meses de catequesis

Dos meses de catequesis

Tras abandonar Pamplona, el 10 de octubre, el Padre recorre España y Portugal, reuniéndose, en dos meses, con unas ciento cincuenta mil personas de toda clase, edad y condición: Bilbao, Madrid, Oporto, Lisboa, Jerez, Valencia, Barcelona... Los lugares son muy diversos: aquí, un gimnasio convertida en salón de actos, allí́ un anfiteatro, allá una sala de proyección... Y en Jerez, un antiguo lagar cubierto ahora con una gran lona...
En todas partes, los miembros de la Obra, sus familias, los cooperadores, los amigos, acogen al Padre con el mismo cariño y escuchan, con alegría, cómo les confirma en la fe y les exhorta a tender cada día, con renovado empeño, hacia esa santidad a la que todo cristiano está llamado en razón de su bautismo.
En cuanto llega a un sitio, los asistentes quieren mostrarle su cariño y agradecimiento estallando en aplausos, pero él les detiene con expresivo gesto:
-Habéis aplaudido, y a mi no me va; porque la gente que nos viera creería que esto es una muchedumbre, y en realidad somos una familia, una familia muy unida.
Abordando inmediatamente el tema que le interesa, comenta algún pasaje del Evangelio o un aspecto de la vida cristiana, siempre muy brevemente; luego, pide a los asistentes que le pregunten lo que quieran.
El ambiente se caldea. Cada cual le plantea lo que más le preocupa y el Padre se emociona, pues de esas preguntas tan espontáneas deduce que quienes están presentes desean vivir su vida cristiana con mayor exigencia. Los más jóvenes le preguntan qué pueden hacer para perseverar en la vida interior, cómo ofrecer mejor a Dios sus horas de estudio, cómo hacer que sus amigos vivan con más autenticidad su cristianismo, cómo santificar el amor humano... Los casados, la manera de santificar la vida conyugal, educar mejor a sus hijos, hacer compatibles las obligaciones profesionales con el apostolado y los deberes familiares...
Es patente que la labor apostólica del Opus Dei ha impregnado todas las capas de la sociedad y gentes de todas las edades. El Padre comprueba que los que le rodean -muchos de los cuales no pertenecen a la Obra- procuran vivir su fe sin complejos y, al mismo tiempo, sin ostentación ni agresividad, con una voluntad resuelta de mejorar y de hacer partícipes a los demás de las riquezas sobrenaturales adquiridas.
FRANÇOIS GONDRAND