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El Padre escribe con frecuencia a los recién llegados a París. El 22 de enero de 1948 llega la primera carta, que lleva fecha del día 19. Les anima con su buen humor:
«Muy queridos parisinos: vuestras cartas no llegan-si es que las enviáis- o llegan con un retraso inexplicable, a pesar de enviarlas por avión. A mí sólo se me ocurre decir: oh, la liberté.
Aquí toda esta familia trabaja de veras y desea que arraiguéis vosotros, como ellos están de firme arraigando.
Supongo que tendréis optimismo y buen humor -¡gracia de Dios y buen humor!-, para resolver con garbo y con alegría las peguitas que se presenten (...).
¿Estudiáis? ¿Mucho? ¿Cómo marcha ese acento parisién, en vuestro francés? ¿Vais teniendo buenos amigos?
Cuando lo necesitéis, escribid a casa, a Diego de León, para que os vayan a ver vuestros hermanos».