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Tramitación de la aprobación pontificia
En las semanas siguientes, la Guerra Mundial precipita sus acontecimientos. José Orlandis y Salvador Canals comparten la inquietud y la compañía de miles de refugiados perseguidos por los avatares políticos que imponen los frentes de combate.
El 19 de julio, a las once de la mañana, suenan las sirenas de alarma: más de quinientas «fortalezas volantes» inician un bombardeo estremecedor que se prolongará cuatro horas. Barrios enteros de Roma, como el Tiburtino y Prenestino, se han cubierto de escombros; el aeropuerto Littorio arde por los cuatro costados. Sobre el rastro sangriento de las bombas, Pío XII sale del Vaticano para ayudar a las víctimas.
En medio de esta situación caótica, los trámites para la concesión del Nihil Obstat a la Obra siguen su curso. El 23 de septiembre la documentación sale del Santo Oficio, y el 11 de octubre, fiesta de la Maternidad de la Virgen, la Santa Sede declara que nada hay en el espíritu del Opus Dei que no pueda ser bendecido y alentado por la más alta autoridad de la Iglesia. La noticia llega a Madrid a través de la Nunciatura.
El Padre conecta con sus hijos en Roma a través de cartas que cruzan las fronteras en guerra. Y también se ocupa de tener detalles materiales de cariño aprovechando la generosidad de algún amigo que se arriesga a regresar a una Italia trepidante por el caos bélico que se libra en sus tierras. Es el caso del Padre Canal, que llegará de España arrastrando una maleta con café, azúcar, turrones y hasta dos trajes para entregar a José Orlandis y Salvador Canals con el más cariñoso abrazo del Fundador del Opus Dei.
ANA SASTRE