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Humildad de san Josemaría
El 25 de junio de 1944, el Padre había celebrado la Santa Misa en el oratorio de Diego de León, ayudado por José́ María Albareda. Aunque estaba solo, había permanecido intensamente unido a la misa de ordenación que celebraban a la misma hora sus tres hijos -Álvaro del Portillo, José́ María Hernández de Garnica y José́ Luis Múzquiz- en la capilla del Palacio Episcopal. El Padre no había querido asistir a la ceremonia, para no convertirse en el polo de atracción de los asistentes, que, sin duda, hubiesen querido felicitarle... Pero no era él, sino Dios el que había promovido la Obra; sólo a Él le correspondía ser el centro de aquella ceremonia...
Unas semanas antes -el 20 de mayo- había contemplado, desde un rincón de la capilla, la administración de la tonsura, de manos de Mons. Eijo y Garay, que también les había ordenado. Una forunculosis aguda, sin embargo, le había impedido asistir cuando les fueron conferidas las cuatro órdenes menores.
FRANÇOIS GONDRAND