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20 mayo 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1931. Origen del punto 691 de Camino

Origen del punto 691 de Camino

691 ¿Estás sufriendo una gran tribulación? -¿Tienes contradicciones? Di, muy despacio, como paladeándola, esta oración recia y viril:
«Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. -Amén. -Amén.»
Yo te aseguro que alcanzarás la paz
.
Texto del Cuaderno VI, nº 1081, 30-XI-1933. El futuro punto de C viene precedido de una breve noticia, que tal vez provocara su redacción:
«La Casa del Ángel Custodio, nuestra 2ª Casa (la 1ª es la Casa del Cielo, con José Mª, Luis y María) también me ha traído algunos disgustillos. Todo por Ti».
A continuación, el texto, que comienza en orden inverso de interrogaciones:
«¿Tienes contradicciones? ¿Estás sufriendo una gran tribulación? Di, muy despacio, etc.».
Puede decirse, a partir de la documentación disponible, que el «Hágase...» -esa larga jaculatoria, o acto de entrega a la Voluntad de Dios-, es una de las palabras que más frecuentemente estuvo en los labios del Autor de C hasta el final de su vida. Yo, personalmente, se la oí recitar en diversas ocasiones. Durante un tiempo pensé que era de propia composición. Pero la investigación me ha llevado a comprobar una vez más lo que es una constante de fondo en los escritos del Autor: su plena inserción en la tradición de la piedad y de la fe, hasta en cosas muy pequeñas. En efecto, esa «oración recia y viril» es una de las más antiguas plegarias recogidas en el Enchiridion indulgentiarum de la Santa Sede, que la sitúa dentro de las invocaciones «Ad Deum unum et trinum».
Lo que no he podido saber es por qué vía y cuándo le llegó al Beato Josemaría el conocimiento de ese texto, que está atestiguado con autógrafo ya desde 1928, es decir, desde la fundación del Opus Dei. El texto de la jaculatoria es idéntico al de C con la sola variante de tener una coma después de «ensalzada».
En todo caso, hay como una eclosión de esta fórmula en el año 1931, donde aparece repetidas veces en sus escritos, primero en castellano, después casi exclusivamente en latín. La primera que tengo controlada es de una carta a Isidoro Zorzano, marzo de 1931, con un texto idéntico al de la octavilla citada:
«Di muchas veces, despacio, paladeándolo: 'Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada, la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. Amén. Amén'».
La segunda es del 20 de mayo (Cuaderno III, nº 203), en plena persecución religiosa (ocho días antes había sido la célebre quema de conventos en Madrid y por toda España), como se ve por el texto:
«20-V-31: Ayer pude saludar a mi P. Sánchez. Fui de seglar: él tampoco llevaba hábitos. Estuve antes celebrando la Sta. Misa en el noviciado de las Apostólicas. Luego saludé a la Superiora de las Reparadoras de Chamartín; allí encontré a unos PP. Jesuitas. Por ellos supe la residencia del padre Sánchez».
A continuación el texto de la jaculatoria:
«Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios. Amén. Amén».
A partir de ese día encontraremos en los Cuadernos, al menos 18 veces -que yo haya podido controlar-, el texto completo de la jaculatoria. Son más frecuentes todavía las alusiones a esa plegaria en forma abreviada; por ej:
«Anoche, antes de dormirme -hice mis preces y rezos somnolientos y no sé cómo- recé el 'Fiat, adimpleatur' tres veces».
El mismo Autor de C explicó el sentido que tenía en su vida ese texto. En el Cuaderno V anota:
«… cómo me da gozo y paz la recitación del «hágase» o «fiat», esa jaculatoria solidísima que nos hace identificarnos con la Voluntad de Dios. Pienso -así se lo comuniqué- que deberá ponerse en las paredes del Oratorio, con caracteres artísticos, pero muy legibles, ya que no se pondrán para adorno, sino para que los socios se empapen de tan hermosa doctrina».
Y en la primera página del mismo Cuaderno, después de copiar (en castellano) el texto de la jaculatoria, escribe:
«Comienzo así este quinto cuaderno de catalinas, porque la Obra de Dios viene a cumplir la Voluntad de Dios».
En los EjEsp de 1934 y dentro de una detenida reflexión sobre la Voluntad de Dios en su vida, anotaba para su Confesor:
«Por la misericordia de Dios, El -a pesar de mis pecados (¡nunca más ofenderte, Jesús!)- me hace vivir habitualmente esa vida de amar su Voluntad. De aquí, que casi no tengo penas. Y, aunque V.R. sabe bien que muchas veces -recientemente- sufro, y mucho, hay momentos, muchos también, en que creo -tal es el abandono o la identificación- que no es posible que yo tenga nunca penas. Desde luego, o no las tengo (porque el Señor lo quiere así) o pierden el noventainueve por ciento de su intensidad y duración. ¿No ves, pobre borrico de Jesús, José María, que lo quiere tu Padre-Dios..., y El es bueno..., y El te ama -¡a ti solo!- más que todas las madres juntas del mundo pueden amar a sus hijos? Y entonces, recio y viril, el niño paladea: Fiat, adimpleatur, laudetur et in aeternum superexaltetur iustissima atque amabilissima Voluntas Dei super omnia. Amen. Amen».
En la Legación de Honduras predicará:
«Sepamos esperar y buscar siempre nuestra alegría en aquella jaculatoria, que tantas veces nos ha procurado la paz: Fiat, adimpleatur, laudetur et in æternum superexaltetur iustissima atque amabilissima voluntas Dei super omnia. Amen. Amen».
PEDRO RODRÍGUEZ