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Muere don Álvaro
Muerte de D. Álvaro en Roma a las 4:00 de la madrugada. A las tres y diez de la madrugada, -que había llegado de Tierra Santa pocas horas antes- llamó a don Javier: le costaba respirar y sentía el corazón desbocado. Don Javier acudió inmediatamente al cuarto del Padre, y avisó a José María, el médico, que llegó con un maletín de urgencia que había llevado consigo durante la peregrinación por Tierra Santa. Don Álvaro era consciente de que estaba atravesando un momento muy delicado. Cuando le comunicó don Javier que su situación era muy grave, que podía morir, él contestó sonriendo: "No pasa nada, hijo mío, estoy en las manos de Dios...".
El médico le auscultó y le tomó la presión. Le ayudaron a incorporarse un poco, de modo que pudiera respirar con más facilidad. José María, dándose cuenta de la gravedad, fue a buscar una botella de oxígeno para aplicárselo en cuanto fuese preciso, ya que las dificultades respiratorias iban en aumento. Don Javier llamó a don Joaquín y a don Fernando. Don Joaquín se encargó de disponer las cosas para administrarle la extremaunción. Don Javier avisó a la Asesoría Central para que rezasen. El beato Álvaro estaba consciente cuando don Javier le administró al Unción de los Enfermos, hacia las tres y media. A las tres cuarenta el Padre ya estaba inconsciente. Don Javier, don Joaquín y don Fernando rezaban de rodillas las oraciones de la recomendación del alma. Varias veces recitaron de rodillas la oración a san Josemaría. Al llegar el momento de formular la intención, don Javier dijo que pedían la salud del Padre, pero que aceptaban plenamente la Voluntad de Dios.
El médico ponía todos los medios, pero las constantes vitales se iban debilitando y la respiración se hacía más y más difícil. Finalmente, la única señal que registraba el electrocardiógrafo era la del marcapasos que habían implantado a don Álvaro un año antes. A las cuatro, José María confirmó a don Javier que don Álvaro había fallecido. Don Javier esperó hasta las seis y media para llamar a Mons. Estanislao, secretario personal del Papa, de modo que informase al Papa antes de comenzar la Misa.
Para trasladar el cuerpo de don Álvaro a la iglesia Prelaticia se utilizó la misma tabla que se había usado para trasladar a san Josemaría el 26 de junio de 1975. El Papa llegó a las seis y cuarto a Villa Tevere para rezar ante los restos mortales de don Álvaro y permaneció arrodillado unos diez minutos. Cuando, al despedirse, don Javier le agradeció que hubiera venido a rezar, el Papa le contestó que lo consideraba un deber.
En la homilía que don Javier pronunció en el funeral que se celebró en San Eugenio al día siguiente dijo, entre otras cosas: " ha sido un hombre al que el Señor enriqueció con dotes humanas y sobrenaturales de primera categoría. A pesar de sus grandísimas cualidades intelectuales y morales, nunca quiso brillar con luz propia...". En alguna tertulia (11-III-1956) san Josemaría había comentado: "Ha sido el primer Procurador General, el primer Secretario General, el primer sacerdote que vino a Italia, el primer Consiliario de la Región de Italia, el primer Rector del Colegio Romano de la Santa Cruz... (...)" Y en otra ocasión (11-V-1962) escribía: "... si entre vosotros, hay muchos hijos míos que son santos de altar -no abuso nunca de estas calificaciones-, Álvaro es un modelo, y el hijo mío que más ha trabajado y más ha sufrido por la Obra, y el que mejor ha sabido coger mi espíritu". "¡Si os contara las dificultades de los primeros años! Era una avalancha: incomprensión, calumnias, persecuciones... Al mismo tiempo, algunos intentaban imitarnos...".
INÉDITO