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Tenía ese don de escrutar los corazones
Cormac Burke... y muchos otros, han sido testigos de escenas diversas en las que Escrivá de Balaguer, con ese don de escrutar los corazones, se dirige a alguno de sus hijos, o a otra persona, haciéndole una consideración espiritual que deja admirado al oyente "porque, exactamente eso que el Padre está diciendo, es la respuesta precisa que sale al paso de lo que me preocupa en este momento". Y lo más asombroso es que el interesado no había llegado a manifestar ni a insinuar siquiera su inquietud o su problema.
En esta misma línea, Umberto Farri que, en marzo de 1949 y en Roma, ha pedido la admisión en el Opus Dei, va pocos días después a Villa Tevere, para hablar con Escrivá. Umberto es joven y se siente desconcertado: no sabe cómo ha de orientar esa conversación. En el momento de llamar a la puerta de la habitación donde le espera, piensa: "y ahora, ¿qué le digo yo al Padre?". Cuando abre, ve al Fundador de la Obra que se levanta y sale a su encuentro diciéndole, como si hubiese adivinado su pensamiento y su turbación:
- Ten en cuenta, hijo, que al Padre no es necesario decirle nada especial…
PILAR URBANO