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1 febrero 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1949. Comienzos del Opus Dei en México

La historia de la Obra en México se inicia en 1948, cuando don Pedro Casciaro se desplaza durante dos meses a México. Antes de regresar a Europa, sube a la Basílica de Guadalupe para despedirse de la Señora. Pero tiene la certeza de que no es un adiós definitivo. Por eso deja en la Villa dos palabras que sugieren reencuentros: «Hasta luego».
También el Padre ha seguido sobre el mapa con su oración, desde hace muchos años, las cordilleras de la Sierra Madre y el territorio que se extiende bajo la frontera del Río Bravo. Por eso, ahora, se reúne con los miembros de la Obra que forman su Consejo General para decidir el comienzo del Opus Dei en este nuevo país.
Aunque sea el Fundador, jamás tomará una decisión en solitario, sin pasar por el estudio y la opinión del Consejo General, para la Sección de hombres, y de la Asesoría Central para la de mujeres. Ellos constituyen los órganos de gobierno de la Obra.
Una vez decidido, y durante una de las etapas en las que el Padre viaja a Madrid, llama a los tres que han de iniciar la siembra en México. Les recibe en su despacho de Diego de León. Sobre la mesa de trabajo hay una imagen de cerámica de tonos vivos y alegres; es una Virgen que sabe de amores, saetas y caminos marineros: la del Rocío.
Después de besarla, se la entrega y les dice que comenzarán «en México con esta imagen de la Virgen, tan pobrecita pero tan alegre, y con mi bendición. Ya veis, es de barro, como nosotros ».
A mediados de diciembre de 1948 salen de Bilbao en el Marqués de Comillas, en ruta naviera hacia México. La imagen de la Virgen va, conveniente-mente embalada, como inseparable compañera de viaje durante treinta y un días, hasta Veracruz. Y luego compartirá por igual la trashumancia de los comienzos: en el cuarto de estar del pequeño departamento de la calle Londres; en el piso de la calle Nápoles, donde pedirá al Padre la admisión César García Sarabia, el primero que lo hace en tierra mexicana.
Desde el primer momento, se multiplican las noticias que llegan de México a Roma.
El 1 de febrero de 1949, cuentan que han visto al Arzobispo y que está encantado de que muy pronto tengan una casa para poder dejar el Señor en el oratorio. Han conseguido un regalo espléndido: el frontal y los laterales de la mesa del altar, del siglo XVIII, tallado en cedro. Y un pequeño retablo, como un relicario, que rodea a la Virgen de Guadalupe. La casa podrá lograrse pronto: quizás a últimos de mes…
ANA SASTRE