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10 enero 2026

SAN JOSEMARÍA HOY: 1902. Años de prueba

Tres niñas habían nacido después de él: María Asunción, cuando tenía tres años; María Dolores, cuando tenía cinco, y Rosario, cuando contaba siete.
Al año de nacer, murió Rosario. Josemaría se dio cuenta del dolor contenido de sus padres y de los esfuerzos que hacían para suavizar su propia pena. Dos años después pudo contemplar, en la iglesia parroquial, cómo unas niñas acompañaban el cadáver de otra hermana suya, Lolita, sosteniendo unas cintas blancas enlazadas al ataúd, como era costumbre en los entierros de los niños.
La vida familiar se hizo más apretada, más íntima. Josemaría, que por segunda vez veía a la muerte de cerca, comprendió que a sus padres les costaba más aún ocultar su dolor. Le habían explicado que sus dos hermanas estaban en el cielo, muy cerca de Dios Padre y de la Santísima Virgen; creía, sí, en su eterna bienaventuranza y que, de una manera distinta, seguían estando presentes en el hogar, pero cuando al cabo de poco más de un año su madre le comunicó que su hermana preferida, María Asunción, una rubita adorable a quien todos llamaban familiarmente Chon, acababa de morir, pensó que aquello era ya demasiado y se arrojó a sus brazos sollozando.
-¿Cómo está Chon? -le había preguntado al verla venir a su encuentro.
-Muy bien; ya está en el cielo -había respondido su madre con dulzura.
La serenidad de su voz y de su rostro le ayudó a aceptar un poco mejor esta nueva separación.
Aunque no se permitió a los niños que asistieran al velatorio, él había conseguido entrar en la habitación, donde lloró y lloró ante el cuerpo de la pequeña.
Amigos y parientes les acompañaron en su dolor, pero los Escrivá, lejos de endurecerse, intensificaron su vida cristiana y su mutuo amor.
FRANÇOIS GONDRAND