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17 septiembre 2025

San Josemaría hoy: 1931. No deseo recompensa: ¡todo por amor!

En el otoño de 1931, don Josemaría comienza a desempeñar el cargo de capellán del Patronato de Santa Isabel. Desde allí, para llegar a su casa, camina habitualmente hasta la glorieta de Atocha, donde toma un tranvía. La calle no interrumpe su oración; en este mismo año, y durante el mes de septiembre, escribirá una nota que, años más tarde, ocupará el punto 1033 de «Forja»:
«Haz tuyos los pensamientos de aquel amigo, que escribía: "estuve considerando las bondades de Dios conmigo y, lleno de gozo interior, hubiera gritado por la calle, para que todo el mundo se enterara de mi agradecimiento filial: ¡Padre, Padre! Y, si no gritando, por lo bajo anduve llamándole así -¡Padre!-, muchas veces, seguro de agradarle. -Otra cosa no busco; sólo quiero su agrado y su Gloria: todo para El. Si quiero la salvación, la santificación mía, es porque sé que Él la quiere. Si, en mi vida de cristiano, tengo ansias de almas, es porque sé que Él tiene esas ansias. De verdad lo digo: nunca he de poner los ojos en el premio. No deseo recompensa: ¡todo por amor!"».
Pasan los días y las dificultades parecen acumularse: la carencia de medios para sacar la Obra adelante; el saberse sin influencias, sin conocimientos que puedan abrir puertas al espíritu que el Señor ha puesto en su corazón. Como telón de fondo está el panorama sombrío y poco tranquilizador del país, agravado por la adusta situación que se ha creado para cualquier actitud religiosa.
Ana Sastre, Tiempo de caminar. Rialp, Madrid, 1990, 2ª ed.