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El 19 de julio tienen ya la primera visita: Silvia Bianchi y Rita di Pasquale. Son dos mujeres jóvenes de la Obra. Se han acercado desde Milán, para traer algunas cosas que hacían falta en la casa. El Padre quiere verlas, y pasa un rato con ellas en el cuarto de estar. Con mucho brío les habla de apostolado. Les espolea a que en Italia "tiren del carro" las italianas, "y que las españolas puedan regresar a su país". Les sugiere embarcarse en tareas sociales, obras corporativas del Opus Dei, que nazcan de modo espontáneo para servir a las gentes de ese lugar en algo que de verdad necesiten: "no debéis imitar, ni copiar lo que se hace en otros países: aquello va bien allí, pero aquí puede ser más adecuada o más necesaria otra labor".
Esa tarde les habla también, más que de "la virtud" como algo abstracto, de "las virtudes" en concreto: la sinceridad, la laboriosidad, la alegría, la caridad...
Durante estas conversaciones, breves pero casi diarias, en Sant' Ambrogio Olona, Escrivá trata temas muy diversos, pero hay dos en los que incide y reincide: el trabajo bien hecho, y la fidelidad a la Iglesia. Aprovecha todos los encuentros para pedir a sus hijas que recen intensamente por el Papa y por la Iglesia. Se nota que es una preocupación que no le deja.
Pilar Urbano. El hombre de Villa Tevere. Plaza y Janés, Barcelona, 1995, 7ª ed.