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4 junio 2025

San Josemaría hoy: D. Alvaro es recibido por primera vez por Pío XII en 1943. Las administraciones

D. Alvaro es recibido por primera vez por Pío XII en 1943
D. Alvaro es recibido por primera vez por Pío XII. Todavía no ha sido ordenado sacerdote. Fue a Roma enviado por nuestro Padre para tramitar en la Santa Sede el nihil obstat para la erección diocesana de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Iba vestido con el uniforme de la escuela de ingenieros (tenía 29 años) y, an entrar por el Portone di Bronzo, los guardias suizos lo confundieron con un Capitán y el guardia en turno llamó a los demás para que don Alvaro, como indicaba el protocolo, pasara vista. Don Alvaro, de buen humor, lo hizo mientras los demás comentaban: qué joven está. Don Alvaro estuvo con el Papa 45 minutos. Al Papa se le quedó grabada la imagen del joven ingeniero español que le hablaba de nuevos caminos para alcanzar la santidad en medio del mundo. No se le olvidó aquella conversación hasta el punto de que, cuando volvieron a verse en una segunda audiencia el 3-IV-1946, cuando don Alvaro ya era sacerdote, el Papa lo saludó con un cariñoso: ¡Hola ingeniero!

1967. Las administraciones
Encarnita Ortega, durante su larga estancia en Roma, visita en diversas ocasiones al Cardenal Tedeschini. Escucha de él no pocos comentarios elogiosos para el Opus Dei y para su Fundador. Quizás el más rotundo y vigoroso sea el que se refiere a Escrivá como "la persona que he visto más pendiente de los planes de Dios, para inmediatamente ponerlos por obra. Es el hombre más santo que conozco: tal vez, el único santo que conozco". Pero no le va a la zaga esta otra afirmación: "El milagro más grande que el Padre ha conseguido, en esa Obra que Dios le ha confiado, es el de la vocación de esas mujeres que atienden las administraciones: mujeres que se sienten orgullosísimas de servir, durante toda su vida, y que no se cambiarían por una princesa".
Claro que esa idea-fuerza del servicio, trabada con la de "tener el derecho a no tener derechos", Escrivá la graba en la conciencia de todos sus hijos. A los que en junio de 1967 acaban sus tesis doctorales en el Colegio Romano de la Santa Cruz, a la hora de la despedida les recuerda:
- Aquí no formamos superhombres. ¡No os vais por ahí a mandar, ni mucho menos a mangonear! Vais a servir. Vais a ser los últimos. Vais a poner el corazón en el suelo, para que los demás pisen blando.

Pilar Urbano. El hombre de Villa Tevere. Plaza y Janés, Barcelona, 1995, 7ª ed.