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Hasta el momento de la ordenación, continúan atendiendo sus obligaciones profesionales como ingenieros: incluso, después de haber recibido las órdenes menores, recuerda José Luis Múzquiz que tuvo que ir a inspeccionar un edificio en construcción.
El arquitecto ha hecho saber al capataz la ordenación sacerdotal de don José Luis. Y así se lo comunica a los obreros:
-«¡El ingeniero se ha hecho cura!»
Sin embargo, cuando visita las obras, la noticia no ha llegado hasta un obrero que trabaja en lo alto de un andamio. Y por poco pierde el equilibrio cuando ve al ingeniero vestido, al uso de la época, con sotana, manteo y sombrero de teja".
El Padre les recomienda:
«El sacerdote tiene que llevar alguna manifestación externa (...) para servir a sus hermanos. Nosotros nos santificamos con nuestro ministerio sacerdotal, que es como nuestra profesión, nuestro trabajo (...). Pero nuestro ministerio sacerdotal es un servicio público. Por tanto, no podemos escondernos: tenemos que estar a disposición de todos. Aconsejad, pues, a vuestros hermanos que vistan como se hace en el país, para que todos sepan que son sacerdotes católicos (...). ¡Edifica tanto! Los fieles se sienten confirmados en la fe, asegurados en la fe, miran con un cariño loco al sacerdote que no se esconde».
Recibirán la primera de las Ordenes Mayores de entonces, el Subdiaconado, el domingo 28 de mayo de 1944, a las ocho de la mañana, en el oratorio de “Diego de León”. Oficia la Ceremonia don Marcelino Olaechea, Obispo de Pamplona. Tienen que ampliarse espacios abriendo las puertas del anteoratorio y la sacristía; las rosas rojas ponen un contrapunto de alegría y holocausto junto al Tabernáculo. Asisten todos los miembros de la Obra en Madrid y algunos amigos.
El Padre ha de acostarse al acabar la ceremonia porque tiene fiebre alta. Pero se siente feliz, y esa noche sus hijos invaden su cuarto. Sentados en el suelo, en las sillas o en cualquier parte, alrededor de la cama, comentan las incidencias de la jornada.
Ana Sastre, Tiempo de caminar. Rialp, Madrid, 1990, 2ª ed.