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NP celebra por primera vez la Santa Misa en México en el oratorio de la Comisión Regional, y comienza Novena en la Villa (hasta el 24). En la Villa, entró por la puerta que da al presbiterio, y nada más ver la imagen de la Virgen, se hincó y estuvo de rodillas "sobre el mármol del suelo, sin apoyarse en nada, derecho", inmóvil, casi dos horas, rezando con mucha piedad, hasta que don Pedro Casciaro tuvo que acercarse a él para decirle que había mucha gente de Casa en la Basílica y que estaba llamando la atención de todos. Don Álvaro contaba lo siguiente, respondiendo a una pregunta sobre qué le había dicho el Padre a la Virgen en esta ocasión: "El primer día, al llegar a la Villa se arrodilló en el presbiterio, y se quedó inmóvil, tan metido en Dios, mirando constantemente al cuadro de la Virgen, que lo que dijo lo sabe Dios y Nuestra Señora; y si lo conozco yo es porque me lo contó en la charla, y por eso no te lo debo contar...". En una tertulia (27-VIII-95, en México), el Padre comentaba: "es evidente que algo pasó en la Novena de nuestro Padre: el primer día, hora y media arrodillado y sin parpadear. No penséis en cosas extraordinarias, pero algo pasó...". Durante su novena en la Villa, aunque los de la Comisión habían planeado turnarse para acompañarlo por indicación suya, le acompañaron todos los días don Pedro, el Dr. Pacheco y Adrián Galván. En una tertulia en Roma el 28 de marzo de 1995 el Padre recordaba la Novena de nuestro Padre a la Villa de Guadalupe: "Fue a Guadalupe para poner delante de la Virgen las espinas que veía clavadas en la Iglesia, y que tenían muchas manifestaciones: en la liturgia, en la disciplina, en la piedad, en la vida de entrega, en la familia...; y le pedía que Ella las llevara ante nuestro Señor, porque con su gracia se convertirían en rosas. Como nuestro Padre se sentía hijo de la Iglesia, todo lo que dañara a su Madre le hacía sufrir muchísimo". En una Carta del 1 de mayo de 1995 afirmaba el Padre: "Me atrevería a asegurar -se lo oí en varias ocasiones- que Nuestra Señora le obligó a emprender aquella romería penitente, porque deseaba que allí, a los pies de esa imagen morena, pidiese su intercesión en favor del mundo, de la Iglesia, y de esta pequeña porción de la Iglesia que es el Opus Dei. Fue a Guadalupe, para rezar por el Papa, por los Obispos, por los sacerdotes, por todo el pueblo fiel. En este contexto de oración universal, abierta a todas las necesidades de los hombres, pedía perseverantemente por el Opus Dei: para que el Señor, en su Bondad y Poder infinitos, protegiera a su Obra y conservara íntegros e inviolados -también mediante la sanción jurídica adecuada por parte de la Autoridad eclesiástica- el espíritu, la naturaleza y los modos apostólicos propios del Opus Dei".
Anónimo. Algunas fechas de la vida de san Josemaría. Inédito.