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¿Cuál es la reacción de una persona, cuando intenta encender una cerilla y no prende; y otra, y tampoco prende; y otra más... sin conseguir que arda la diminuta cabeza de fósforo? Lo normal es pasar de la paciente insistencia a un comentario de este tipo: "¡están húmedas!" o "¡qué mal fabrican ahora las cerillas!". Cuando a Escrivá le suceda esto, un día de abril de 1971, queriendo encender una vela ante la vidriera de la Gallería della Madonna, su reacción instintiva, al tercer intento será decir:
- Como nosotros, cuando nos resistimos a la gracia, cuando nos cuesta darnos, y tenemos que decir ure igne, Sancti Spiritu: quema Tú, Señor, con el fuego de tu Espíritu... Se pone un poco de buena voluntad ¡y ya está!
Pilar Urbano. El hombre de Villa Tevere. Plaza y Janés, Barcelona, 1995, 7ª ed.