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Entre el 24 de julio y el 3 de agosto el Fundador pasó por Suiza y celebró misa en un Centro de la Obra en Zurich el día 25. Al siguiente estaba en el Santuario de Einsiedeln. Se detuvo dos días en París, para visitar a sus hijas en el Centro de Rouvray, y charlar con sus hijos en el boulevard Saint Germain. Finalmente, el 4 de agosto cruzaba el Canal, de Boulogne a Dover. Fecha memorable en la historia de la Obra en Inglaterra, donde el avance de fundación había empezado en la Navidad de 1946. El Padre les confirmaba en ello al decirles:
Estáis poniendo un buen cimiento, y si lo ponéis con alegría, persuadidos de vuestro papel de fundadores, con sentido de vuestra responsabilidad, pronto, muy pronto, se dará a esa casa otra fisonomía y comenzarán a saborearse los frutos, que ahí —os lo aseguro— si sois fieles, serán abundantísimos.
Durante años había acompañado a sus hijos en la oración, animándoles a superar un ambiente al que no estaban acostumbrados.
Os envié sabiendo a lo que ibais —les escribe—: porque sabía y sé que sois capaces de poner en práctica ese hacer poesía divina, de la prosa humana de cada jornada.
En 1952 dejaron el piso de Rutland Court, que ocupaban desde 1947, y se trasladaron a Hampstead, al norte de Londres, el 4 de abril. La casa, amplia y con extenso jardín, funcionó como residencia de estudiantes universitarios, con el nombre de Netherhall House. Tres meses más tarde llegaban a Londres las mujeres de la Obra |# 85|. Pronto, en la primavera de 1954, comenzaron a venir las primeras personas que pedían la admisión en la Obra; y el Padre escribía a los de Londres:
Muy contento, porque se ha roto el hielo y comienzan las vocaciones. No olvidéis, sin embargo, que ese ambiente es más difícil que otros de tradición católica. Tened paciencia, si las cosas no van deprisa; a mí me parece que se va a buen paso, gracias a Dios.
Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei (vol. III). Rialp, Madrid, 2003